lunes, 10 de noviembre de 2014

Quiero votar



Aunque, lo admito, ayer no voté. Por diversas razones, todas muy personales e igual de respetables que las de las personas que sí fueron a votar por una u otra opción. Pero no fui a votar porque no estoy de acuerdo en cómo se han llevado las cosas tanto desde un lado como desde el otro. No me siento cómodo con una consulta (o proceso participativo, como guste llamarlo) donde todo el que la organiza está a favor de una de las opciones. No me siento cómodo con una consulta donde el gobierno, la televisión pública y la radio pública trabajan para favorecer a una de las opciones. No me siento cómodo con una consulta en la que las personas que están en las mesas electorales son de una de las opciones y donde, además, no hay listas, no hay censo, no hay interventores y no hay nadie que vele para que sea un proceso limpio. No me siento cómodo con una consulta donde, de antemano, ya se sabe qué opción saldrá y, aproximadamente con qué porcentaje de apoyo (de hecho, hace unos días pronostiqué que irían a votar unas 2.150.000 personas y que el Sí/Sí saldría con un 80% de los votos y de poco me he equivocado).

Y, como yo, cientos de miles de catalanes y catalanas tampoco fueron a votar. Muchos de ellos por las mismas razones. E, incluso, algunos de los que fueron a votar lo hicieron en blanco o de manera nula por los mismos motivos.

Pero ello no puede hacernos menospreciar el hecho que se produjo ayer y, aún menos, el resultado. Queda demostrado que, sea por una o sea por otra opción, la población de Catalunya quiere votar. Prácticamente no queda nadie hoy por hoy que crea que la solución no pase por ir a las urnas. Y la demostración de fuerza y de músculo que la sociedad catalana hizo ayer es una prueba. Y un aviso más a Rajoy de que la táctica del dolce far niente y de dejar que el adversario muera por agotamiento no funciona. De hecho, cuanto menos caso le haces, Mariano, más se moviliza. Y si el poco caso que le haces es para prohibir, peor. Dicha táctica es posible que dé algún voto (de los cada vez menos que le quedan al PP) fuera de Catalunya pero, a la contra, hace un flaco favor a eso que tanto aman llamado “unidad de España” y, en definitiva, a la democracia. ¿No quedamos que “democracia” viene de “demos” y “kratos”, es decir, “poder del pueblo”? ¿Y votar no es darle el poder al pueblo?

Pero también es un aviso a Mas-Junqueras. No nos sirve una consulta cualquiera. Queremos una consulta de las de verdad. No nos sirve la desobediencia civil, así como el saltarse las normas. Cuando ha interesado CiU ha ayudado a gobernar a partidos estatales con las mismas reglas del juego que hay ahora. Las mismas que, desde que empezó a hacer recortes (recordemos, fue el primero en hacerlos en todo el Estado), resulta que ya no sirven. No nos lo tragamos.

La táctica victimista de Mas-Junqueras ha dado sus frutos durante un tiempo. De hecho, nadie se acuerda que allá por el 2011 cuando Mas hacía actos públicos la gente le abucheaba por los recortes. En cambio, ahora, la gente le aplaude. Nadie se acuerda que fue el primero en hacer recortes. Ni que CiU apoyó la reforma laboral. Tampoco que ERC ha aprobado  los presupuestos más antisociales de la historia de Catalunya bajo el mantra de “el fin justifica los medios”. Así como, tampoco nadie, se da cuenta de algunas (de las pocas) cosas que hace el Govern (con el apoyo de ERC) mientras nos entretiene con el proceso. Nadie se ha enterado, por ejemplo, que la Conselleria de Salut pretende vender nuestro historial médico a las farmacéuticas y aseguradoras. Nadie se da cuenta de los millones que se dan cada año en subvenciones a medios de comunicación privados mientras se cierran plantas de Sant Pau, la Vall d’Hebrón o mientras se privatiza el Hospital Clínic. Esta táctica ha ido bien durante un tiempo, pero no hay que sobreexplotarla. Básicamente porque la sociedad ya está suficientemente fracturada y el nivel de “conversión” de la gente al independentismo, bajo mi punto de vista, ha llegado a su máximo posible (de hecho, si comparamos los votos de ayer al Sí/Sí con los votos a partidos independentistas en las elecciones del 2012 son prácticamente los mismos, máxime si contamos con que, ayer, podían votar, además, menores de edad hasta 16 años y, también, extranjeros).

Lo importante del 9N es que, después, viene el 10N. Y a partir del 10N es cuando debe renacer la política. Las reglas del juego no son inamovibles, se pueden modificar. Es más, se deben modificar. La sociedad cambia, avanza, y las normas deben ir en consonancia con ese avance. Ha quedado demostrado que, si un pueblo quiere votar, votará. Que eso de someter a alguien a la fuerza ha quedado demasiado anticuado y ya no nos sirve. Si queremos compartir techo debemos crear unas condiciones que nos satisfagan a todos. Que si estamos a la gresca, al final nos haremos daño.

Basta ya de dejarse de mirar de frente. Tanto los unos como los otros. Siéntense y dialoguen. El pueblo quiere decidir, así que déjenle decidir en unas condiciones justas y limpias. En una consulta legal que el Estado no impugne, sí. Pero con un debate de fondo donde la televisión y la radio públicas sean neutrales; donde se debata y se vislumbre cuáles son los agravios que hemos sufrido pero, también, qué tenemos gracias a estar dentro de España; donde el Govern procure que el debate y, sobre todo, el proceso de votación, sean justos y ecuánimes.

Compartamos techo, o no, es una decisión libre que individuos libres deben decidir. Pero hagámoslo. Porque, mientras estamos imbuidos en este debate, también hay otro que debería tener tanta atención o más, y que no la tiene. El de la fractura social y económica. El de la población desahuciada. El de la pobreza infantil. El del paro juvenil. El debate verdaderamente importante que a algunos ya les va bien tapar. Los mismos que ilusionan con una Ítaca de ensueño.

martes, 1 de abril de 2014

Carta abierta a Pere Navarro


Estimado Pere,

Estos últimos días estoy viendo con estupefacción todo lo relacionado con Barcelona World. Sí, lo del pacto que te has sacado de la manga con Mas. Un pacto que nos humilla como socialistas. Un pacto que le pone alfombras rojas a los especuladores y a un modelo económico que no es el nuestro. Un pacto, en definitiva, que le da la razón a todos aquellos que dicen que, de socialistas, tenemos poco.

Lo que has firmado está muy lejos del socialismo. Nos has traicionado, Pere. ¿Te acuerdas cuando nos manifestábamos en contra de Eurovegas porque ese no era nuestro modelo económico a seguir? Entonces decíamos que nuestro modelo económico no es el basado en el casino, sino el del I+D+i, el de la investigación, el de la innovación, el del desarrollo. Aquél que haga que nuestros mejores científicos no se vayan fuera. Aquél que haga que nuestros jóvenes se queden. ¿Ahora ya no? ¿Y ahora dices “sí” a Barcelona World? ¿Qué pasa, que porque quien lo vaya a construir sea catalán y no sea un magnate americano es mejor?

Le proporcionamos beneficios fiscales al juego en vez de hacerlo con el sector de la biomedicina o el de la investigación y mientras vemos la sangría de desahucios que hay día a día y lo mal que lo está pasando la gente porque no tiene dinero. Ayudamos al especulador en vez de ayudar al ciudadano. Criticamos que ERC y el PP le bailen el agua a CiU en la Generalitat y en el Ayuntamiento de Barcelona, respectivamente, y, ahora, tú haces lo mismo. Te has vendido, Pere. Y, lo que es peor, nos has vendido a todos los que militamos en el PSC. Y no sólo al capital, sino al capital especulativo. El peor de todos. Y, todo, ¿por qué? ¿Por un puñado de votos? ¿Para mantener contentos a los (pocos) alcaldes que nos quedan en la zona? ¿Acaso era un intento de lavar la imagen del partido y poder decir que nosotros sí “fem país”?

Pere, en serio, coge tus bártulos y vete. Y llévate de la mano al liberal de Lucena. Ya habéis hecho suficiente daño al partido y al socialismo durante demasiado tiempo. En serio, iros. Y no volváis. Dimite, convoca primarias para escoger Primer Secretari (pero de las limpias, ¿eh?) y vuélvete a Terrassa. Pero, sobre todo, deja de humillarnos como socialistas, deja de vender las siglas del partido. A mí no me representas.

Atentamente,

Andrés Navarro.



viernes, 28 de marzo de 2014

Nos jugamos mucho

Este sábado 29 se celebran las primarias del PSC para escoger candidato o candidata a las elecciones municipales de Barcelona del 2015. Puede votar toda aquella persona empadronada en Barcelona que sea mayor de 16 años, sea o no militante o simpatizante del partido. Y lo único que habrá que aportar será un euro, para ayudar el proceso democrático, el cual es muy costoso. ¿Qué cuáles serán los puntos de votaciónPues habrá 30, y si pinchas sobre estas palabras, los descubrirás.

En este proceso nos jugamos mucho todos. Y dirás, ¿yo me juego mucho? ¿Yo que, en mi vida he votado a los socialistas, me juego algo? ¿Yo, que no tengo pensado votarlos nunca? Pues sí, hijo, tú también.

Nos jugamos una nueva manera de hacer política. Es un gran paso adelante que quienes sean los encargados de escoger al candidato de un partido sean los ciudadanos y no cuatro dirigentes en un cuarto, a dedo. Cambia la rendición de cuentas. Hasta ahora, el candidato rendía cuentas a esos cuatro que le escogían y, por tanto, no tenía por qué seguir lo que el electorado le pidiese, sino lo que los que le han puesto ahí querían. Ahora, tendrá que rendir cuentas a la ciudadanía, que es quien le ha escogido. Y, si quiere volver a ser escogido como candidato o candidata –ya no como alcalde o alcaldesa–, tendrá que ser consecuente con lo prometido. Y, sobre todo, se mejora en transparencia. El actual proceso es garante de ello, como bien se demuestra en todos los contenidos que se han ido mostrando en la web oficial.

Nos jugamos el cambio. Pero ahora de verdad. Ya nos hemos enterado de cómo se las gasta CiU y, sobre todo, cómo se las gasta CiU aliada con el PP. ¿Se sabe algo de la actividad del señor Trias, aparte de haber hecho obras en ciertos puntos de Barcelona para contentar a los turistas? De su legado quedarán las obras en Passeig de Sant Joan, Carrer Balmes, Plaça de les Glòries y, también la futura reforma de la Diagonal que hará que no se pueda unir el tranvía. También que, en este año, ha habido un superávit de 140 millones de euros. Y, también, la Barcelona con una brecha social más grande en décadas. Que, por cierto, yo me pregunto: ¿no se podrían haber utilizado esos 140 millones de superávit en políticas sociales para reducir esa brecha?

Por último, también nos jugamos que el PSC vuelva a tener protagonismo. Recordemos que siempre que ha habido un gobierno de izquierdas tanto en Barcelona como en Catalunya el PSC ha tenido un papel clave. Y sin el PSC no hubiese sido posible. Todos sabemos cómo está el partido actualmente. Y todos sabemos que, o reacciona ya, o pasará una lenta agonía. Por eso es importante el cambio. También dentro del PSC. Si no se cambian las políticas internas, si no se cambia la manera de tratar con el ciudadano, si no se cambia el sentir que tiene la gente con el PSC, será muy difícil que el enfermo se reanime. Y, si este enfermo no reanima, la izquierda está tocada. Mucho. Por lo tanto, no servirá cualquiera. Más de lo mismo significará agonía igualmente.

Se necesitan aires nuevos. Que vengan de gente comprometida, con una trayectoria reconocida que sea verdaderamente de izquierdas y catalanista. Y, sobre todo, críticos con la actual dirección. Para cambiar el PSC pero, sobre todo, para cambiar las actuales políticas de derechas. Para que la ciudad vuelva a despertar. Es el momento de hacerlo. Y, también, quién sabe, es el momento para tener una alcaldesa.

Si no te gusta lo que ves actualmente en la ciudad. Si no te gusta cómo está actualmente el PSC. Si crees que se necesita un viraje en las políticas actuales. Y, sobre todo, si crees en procesos democráticos como este: ven a votar.

Somos muchos los que queremos cambiar. Somos muchos los que no estamos conformes por cómo están yendo las cosas. Somos muchos los que creemos que hay alternativa. Pero, sin ti, será imposible.

lunes, 20 de enero de 2014

Calma y diálogo, por el bien de todos



Desde hace tiempo estamos viendo cómo el PSC se tambalea. Lleva tiempo en la UVI, pero lejos de tener síntomas de mejora, parece que cada vez está más débil. Algunos dicen que han sido los demás quienes han hecho que éste enfermo lo esté. Otros dicen que ha sido él mismo quien ha autoenfermado.
Mi opinión es que no se ha sabido leer e interpretar el contexto en el que estamos, que nos hemos alejado demasiado de la ciudadanía, que estamos anquilosados y que hay demasiadas ansias de poder interno. 

El enfermo tiene miedo de acabar muriendo, pero no se da cuenta que él mismo, con sus coletazos, se está haciendo más daño.

Hace pocos días, desde la JSC-Barcelona lanzamos un llamamiento a todos a la serenidad, la calma, la responsabilidad y la coherencia dada la situación por la cual es probable que 3 diputados sean expulsados del Grupo Parlamentario Socialista por votar diferente en el Parlament. En dicha carta no nos posicionamos ni con unos ni con otros, lo único que pretendemos es dar un toque de atención. A los unos y a los otros. En concreto, a ambos les dijimos que fuesen coherentes con el Programa Electoral y con las palabras que Pere Navarro dijo en la investidura de Mas como President (“El PSC se abstendrá en todas y cada una de las votaciones que afecten al tema durante la legislatura”) y que, por tanto, se abstuvieran. Por ello se nos ha puesto de vuelta y media y se nos ha llamado de todo a los ahí firmantes. Lo más fino: irresponsables, traidores y desleales. Especialmente por ir en contra de lo que votó el Consell Nacional del PSC sobre la cuestión. Referente a eso no me extenderé en explicaciones, simplemente suscribo una por una las palabras del compañero Manuel Clavijo, Primer Secretari de la JSC-Cornellà, especialmente cuando explica el por qué de la ruptura del Partido Comunista de Yugoslavia.

Y finalmente pasó lo que todo el mundo pensaba: el Grupo Parlamentario votó en contra (contraviniendo lo dicho en la investidura) y los “díscolos” votaron a favor (contraviniendo también) con lo cual se da una imagen de ruptura que aún puede ser más grande si se acaba cumpliendo la amenaza de expulsión. Expulsión que, de producirse, no sólo haría que estos tres diputados se marchasen, sino que provocaría un éxodo de militancia importante en el seno del partido.

¿Es esto lo que queremos para el socialismo catalán? ¿De verdad sobra gente en el PSC como para que tengamos que ir expulsando a compañeros? ¿No sería más sensato centrarnos en lo que nos une y normalizar lo que nos hace plurales?

Llamadme loco, pero de siempre he estado radicalmente en contra de la disciplina de voto, especialmente en aquellos casos en los que un partido no tiene (o no puede tener) una posición definida debido a la pluralidad existente en su base. Y éste es el caso. Si la militancia de base del PSC está unida por las políticas sociales, ¿no debería ser ese nuestro caballo de batalla, y más actualmente? Si la militancia de base del PSC es plural en cuanto a la cuestión nacional, ¿no debería poderse eso reflejar en el Parlament sin que, por ello, se diera una imagen de ruptura interna? ¿No sería más fácil que, cuando eso pasara, saliera nuestro líder y dijera “oigan, la militancia del PSC es plural, tenemos independentistas y unionistas, favorables y contrarios a la consulta, y es por ello que apoyo que ello se pueda expresar en el Parlament. Lo que nos une son las políticas de izquierdas, en la cuestión nacional somos plurales. Aquí cabe todo el mundo”? Es más, ¿no hemos dicho siempre que el PSC es el fiel reflejo de la sociedad catalana? ¿Qué mal hay en que el PSC refleje, en el Parlament, las diferentes posturas que hay en la sociedad catalana y, como digo, en la militancia de base?

Pere, Marina, Joan Ignasi, Núria, calmémonos todos. Sentaos y dialogad. Y llegad a acuerdos. Que el orgullo y las ansias de poder y de protagonismo no os puedan, por favor. Mirad por el bien de todos, por el bien del partido y por el bien de la sociedad. Si en JSC-Barcelona los 10 Primers Secretaris (entre los que hay independentistas, federalistas, internacionalistas y contrarios a la consulta) nos hemos podido poner de acuerdo, ¿los mayores no podréis hacer lo mismo?

Y, sobre todo: en el partido no sobra gente. Falta, y mucha. Y, de hecho, deberíamos recuperar a tod@s aquell@s compañer@s que se han ido. Aún estamos a tiempo de revertir la situación. Si no, el futuro pinta muy negro. Si no, el enfermo acabará muriendo. Y no lo habrán matado los demás, se habrá suicidado.