miércoles, 23 de enero de 2013

Soy de izquierdas, no nacionalista.

Desde hace un tiempo estamos asistiendo a una serie de debates que no hacen más que tapar los problemas reales de Catalunya y de su pueblo. Me refiero, evidentemente, a los debates sobre la independencia, el derecho a decidir, la soberanía del pueblo catalán, etc. Debates auspiciados por CiU (evidentemente les va mejor que se hable de cualquier otra cosa que de los recortes) e, incomprensiblemente, por partidos que, supuestamente, son de izquierdas como, por ejemplo, ERC.

Y digo que, supuestamente, son de izquierdas porque en el espíritu de cualquier persona de izquierdas no debería tener cabida el nacionalismo.

Cualquier persona que sea, verdaderamente, de izquierdas debe luchar para abolir las desigualdades, sean cuales sean. Y en el preciso momento que tú pones una frontera -física o no- entre dos territorios, ya estás creando desigualdades. ¿Por qué, si no, una persona de Alemania es más rica que una persona de Namibia? Precisamente porque la una vive en Alemania y, la otra, en Namibia.

De la misma manera que las izquierdas luchan para que desaparezcan las diferencias sociales y de oportunidades entre miembros de diferentes familias, sólo por el hecho de haber nacido en una u otra, ¿por qué poner barreras entre territorios que limiten la igualdad de oportunidades entre individuos? Porque, evidentemente, no tienes las mismas oportunidades si naces en Namibia que si naces en Alemania. Y, además, si las izquierdas luchan por la redistribución de la riqueza, ¿por qué poner barreras que la limiten?

Porque, esto último, es también uno de los rasgos identificativos de cualquier nacionalismo: yo primero y, si acaso, ya le daré una pequeña parte al otro. Evidentemente, no hay nada más insolidario que eso. Y no hay nada más contrario a la redistribución de la riqueza y, por tanto, al espíritu de izquierdas que eso. Porque ser solidario no es aportar unos euros en la Gala de la FAO, ser solidario es luchar para que, en un futuro, todos seamos iguales y no tengamos que depender de las aportaciones económicas de los demás. Y las fronteras -sean físicas o no- ayudan a, precisamente, todo lo contrario.

Los nacionalismos, además, se basan en supuestos hechos históricos. Lo siento, no me sirve. Básicamente porque los nacionalismos modelan la Historia a su gusto precisamente para autojustificarse. Hay nacionalismos que basan su sí en mentiras históricas, en supuestos enfrentamientos entre países cuando, en realidad, los enfrentamientos eran entre señores feudales (en 1714 hubo una guerra entre los Austria y los Borbones por la Corona de Castilla, no entre España y Cataluña). Otros basan su sí al decir que "nosotros estábamos antes" (no sería la primera vez que oímos a algún político nacionalista español dijo que "antes que nada soy español Porque España es una de las naciones más antiguas del mundo"). De acuerdo, sí, el pasado y la Historia están allí y se les debe tener en cuenta, sí. Pero para no cometer los mismos errores que se han cometido en el pasado. Es decir, para no confrontar a los pueblos con luchas territoriales.

Y, sinceramente, a mí que alguien me diga que su nacionalismo es más válido porque es el más antiguo no me sirve. Porque, de esta manera, también podrían ser válidos los argumentos de los de Al Qaeda cuando dicen que recuperar Al Andalus. Pero, además, ¿desde cuando es más legítimo lo que es más antiguo? Porque, por esa misma regla de tres, sería legítimo volver a instaurar la esclavitud dado que es una de las costumbres más antiguos del mundo, desde la Grecia clásica.

Por último, tampoco me sirven los motivos de la lengua, la cultura, etc. Porque yo soy de Barcelona y me pueden gustar más las películas de Tarantino que las de Buñuel y me pueden gustar más las canciones de The Beatles que las de Raimon o Rocío Jurado. Y, de hecho, no me gustan nada ni los toros, ni los correbous, ni los castillos. Y en cuanto a la lengua, para mí, es un instrumento de comunicación, nada más. Es más, no sería bastante útil que, en vez de tantas lenguas, habláramos todos la misma? Además, en un mundo tan globalizado como es el de hoy día, de qué sirven los nacionalismos?

¿Qué diferencia a alguien de Barcelona con alguien de Madrid? ¿Y con alguien de Londres? ¿Y con alguien de Namibia? ¿No deberíamos ser todos iguales?

A mí me da igual si mi país tiene una bandera rojigualda o si es estrellada. Lo que no me da igual es que haya desigualdades. Las izquierdas deberíamos dejarnos de luchas territoriales porque esta no es nuestra lucha. La nuestra es la lucha de clases. ¿Qué más nos da la bandera que tengamos sobre nuestras cabezas si quien gobierna lo hace igual de mal? ¿Qué más da la bandera bajo la que estemos si nuestros conciudadanos no tienen trabajo o lo pasan mal? El problema no son las banderas, el problema son las políticas de los gobernantes.

Los nacionalismos sólo sirven para confrontar a la gente, para retroalimentarse entre sí, por ser la causa de tantas y tantas guerras como han existido y para ensanchar las desigualdades. Y los de izquierdas, precisamente, por lo que luchamos es para que no haya desigualdades. Sea aquí, en el país de al lado o en la otra punta del mundo.



*PD: Valga la pena decir que estas son mis opiniones, las cuales son tan válidas como las que pueda tener cualquier otra persona. Puedo estar totalmente equivocado, o puede que no, no lo sé. Ante todo no escribo este artículo con ganas de ofender a nadie por sus creencias. Es más, si alguien opina todo lo contrario, estaré encantado de debatir amistosamente.

lunes, 21 de enero de 2013

Envàs, on vas?

Últimamente está muy de moda, en Catalunya, un spot publicitario de la Generalitat de Catalunya en el cual se nos enseña a reciclar. Es el conocido “Envàs, on vas?”. Y en el cual se escucha una cancioncita con frases como “Encara que siguis de plàstic, si no ets envàs al groc no hi aniràs”. Pero, ¿de verdad nos enseña a reciclar esta campaña?

Para resolver el quid de la cuestión debemos fijarnos en quienes son los responsables de financiar esta campaña: Ecoembes y Ecovidrio. Ambas son empresas responsables del tratamiento y reciclaje de los residuos que tiramos a los contenedores azul (papel y cartón), amarillo (plástico, metal y briks) y verde (vidrio). Pero, ¿de todos los residuos?

Si coges un envase de vidrio o una caja de plástico y miras en la etiqueta, con casi total seguridad, verás un punto verde con unas flechas que giran. Este punto verde es el distintivo que acredita que ese envase pertenece al Sistema Integrado de Gestión de Envases. Y este servicio está gestionado, en España, por la empresa Ecoembes, aunque, en el caso del vidrio, tiene un acuerdo de cesión del punto verde a la empresa Ecovidrio.

Durante la gestión y el transporte de sus envases como residuos (los marcados con el punto verde), Ecoembes y Ecovidrio tienen que pagar un impuesto (que no supera el céntimo de euro por envase). Aunque estas empresas sólo lo pagan, en teoría, por sus envases (los del punto verde), también están obligadas a recoger, transportar y tratar el resto de residuos que no son envases (un cristal roto, por ejemplo). Y, al transportarlos y tratarlos, contabilizan como kilogramos válidos para pagar el impuesto. Y, evidentemente, las plantas recicladoras están obligadas a reciclarlos, aunque no sean envases.

Por tanto, el transportar residuos que no son envases a Ecoembes y Ecovidrio les supone un gasto económico que se vería menguado si sólo transportasen y gestionasen los envases con el punto verde.

Y diréis, ¿y qué pinta en todo esto la Generalitat de Catalunya? Resulta que las empresas envasadoras (Ecoembes y Ecovidrio) no gestionan directamente el transporte y la gestión de esos residuos, sino que son las administraciones públicas quienes lo hacen por ellas. Es decir, actúan a modo de empresas subcontratadas. Se firman convenios en los cuales las empresas envasadoras les pagan a las administraciones por el transporte de estos residuos y se fijan unos precios a pagar por dichas empresas. Precios que se ven menguados en el caso de que la cantidad de productos que no lleven el punto verde sea excesiva. En ese caso, la administración será penalizada y verá disminuido el precio a cobrar habiendo trabajado lo mismo.

¿Y cuál es la solución de la Generalitat, de Ecoembes y de Ecovidrio? Hacernos creer que reciclar es, simplemente, reciclar aquellos productos que a ellos les van bien reciclar porque les sale beneficioso. Es decir, en vez de tener en cuenta el beneficio medioambiental (por el que, supuestamente, trabajan) se tiene en cuenta el beneficio económico. Y, mientras tanto, tirar ese cristal roto o ese juguete de plástico al contenedor del “rebuig”.

Pues lo siento mucho por sus beneficios (o no) económicos, pero a mí me han enseñado desde pequeñito que el vidrio va al verde, que el plástico va al amarillo y que el papel va al azul. Y así va a seguir siendo, sean envases o no. Porque a mí me dan igual sus beneficios económicos, a mí lo que me importa es el medio ambiente.