Este pasado domingo 20 de diciembre fueron Elecciones
Generales. Sí, por si no lo sabías, bienvenido al mundo real. Para aquella
gente despistada o que haya pasado desde el sábado en una cueva, los resultados
fueron los siguientes:
PP: 123 escaños con 7.215.530 votos (63
escaños menos y 3.615.163 votos menos que en 2011)
PSOE: 90 escaños con 5.530.693 votos (20 escaños
menos y 1.443.187 votos menos que en 2011)
Podemos: 69 escaños con 5.189.333 votos (42
del partido y 27 de las diferentes confluencias: En Comú-Podem en Catalunya,
Compromís-Podemos-És el Moment en la Comunitat Valenciana y En Marea en
Galicia)
Ciudadanos: 40 escaños con 3.500.446 votos
ERC: 9 escaños con 599.289 votos (6 escaños más
y 342.896 votos más que en 2011)
DL: 8 escaños con 565.501 votos (8 escaños
menos y 448.762 votos menos que en 2011, cuando se presentó como CiU)
PNV: 6 escaños con 301.585 votos (1 escaño más
y 21.935 votos menos que en 2011)
UP-IU: 2 escaños con
923.105 votos (9 escaños menos y 757.705 votos menos que en 2011, cuando se
presentó únicamente como IU)
EH-Bildu: 2 escaños con 218.467 votos (5
escaños menos y 115.161 votos menos que en 2011, cuando se presentó como
Amaiur)
Coalición Canaria: 1
escaño con 81.750 votos (1 escaño menos y 61.800 votos menos que en 2011, cuando
se presentó como CC-NC-PNC)
Todos estos son los datos objetivos sacados de los
resultados. Pero, cuál es la interpretación de estos datos? Vamos partido por
partido (NOTA: sólo analizaré los más importantes, dado el desconocimiento de
la realidad de algunos territorios y de algunos partidos nacionalistas en
concreto):
PP: duro
varapalo, aunque todo el mundo se lo esperaba. Las encuestas ya
pronosticaban un descenso muy acusado de este partido que se ha acabado
produciendo. El desgaste de los recortes, de medidas impopulares y de la
gestión de gobierno ha hecho demasiada mella.
El lado positivo
de estos resultados, para el partido, es que han ganado las elecciones y, además, lo han hecho en la inmensa mayoría
de provincias (excepto las 4 catalanas, las 3 vascas, 5 de las 8 andaluzas
y Badajoz). Por lo tanto, son quienes tienen la obligación de intentar formar
gobierno en primera instancia, como partido ganador de las elecciones. Por el lado negativo, precisamente, reside la dificultad de poder gobernar. De poder
llegar a salir investido Presidente algún miembro del PP la legislatura sería muy inestable dada la
gran dispersión de escaños que ha salido de las elecciones.
PSOE: mejores
resultados de los previstos por las encuestas. Ninguna le daba 90 escaños, todas por
debajo. Sin embargo, el voto oculto y
los indecisos de última hora, en
esta ocasión han beneficiado al partido de Pedro Sánchez. Aún así, es la primera vez que, habiendo
perdido tantos escaños el partido del Gobierno, el principal partido de la
oposición no sólo no lo haya aprovechado sino que, además, haya perdido también
representación. Sin duda, el efecto Podemos le ha pasado factura, al igual
que también algún voto se ha ido al sector Ciudadanos, aunque la táctica de las
últimas semanas de escorar a este partido a la derecha le ha hecho recuperar
posibles votantes naranjas. Sigue en caída libre desde el 2008 y falta por ver si este es su suelo electoral o si aún puede bajar más, aunque parece haber tapado algunas de sus vías de fuga de voto.
La parte positiva
es que siguen siendo el principal
partido de la oposición y, además, el principal
partido de la izquierda. La parte
negativa es que, precisamente, se
desangra el partido por el lado de la izquierda. Ahora mismo tiene una
patata muy caliente, porque es quien tiene la llave para poder formar gobierno,
sea del tipo que sea, o bien no dar apoyo a ningún partido y que vuelva a haber
elecciones.
Podemos: remontada
inconclusa. Partían, al principio, en las encuestas, como cuarta fuerza y
han ido remontando. Las últimas incluso
les llegaban a dar muchos más escaños de los que han tenido finalmente y les situaban, incluso, como segunda fuerza, muy cerca del PP. A la postre, como partido, han sacado 42 escaños y, juntamente
con las diversas candidaturas de confluencia, 27 más. En el Congreso falta por ver si formarán un único Grupo
Parlamentario o si, como decían, formarán 4 (uno como partido y otro por
cada confluencia). Y, además también, en el caso de que formen 4, si todos se regirán por las mismas
directrices y tendrán disciplina de voto o, por el contrario, libertad de voto.
La parte positiva,
sin duda, es que entrar con 69 diputados
partiendo de 0 es un grandísimo resultado, habiendo ganado en 4 provincias
y siendo la fuerza más votada en Catalunya y País Vasco (aunque en esta última
CCAA logró más escaños el PNV). La parte
negativa es que no ha conseguido
aquello que se proponía: ser el PSOE, ser la principal fuerza de la izquierda.
Además, como reto a tener en cuenta
está, precisamente, el hecho de tener que gestionar
4 posibles grupos parlamentarios con la pluralidad que conllevan, sobre
todo teniendo en cuenta que en dichas confluencias hay partidos nacionalistas e
independentistas. De ahí que las primeras declaraciones que haya hecho Pablo
Iglesias vayan en la dirección de que, sin referéndum de autodeterminación en
Catalunya no habrá pacto con el PSOE, un guiño hacia Colau, Compromís y las
Mareas gallegas.
Ciudadanos: el gran fiasco. Algunas encuestas lo situaban como segunda fuerza y a
muy poco de poder, incluso, llegar a ser primera fuerza. De hecho, Rivera prácticamente se veía como
Presidente. En cambio, las desafortunadas noticias y declaraciones de las
últimas semanas no les han ayudado nada. Su postura en el tema de la violencia
de género o decir que apoyarían un Gobierno del PP han hecho bajar su suflé y
que posibles votantes de izquierdas voten a su partido original, el PSOE, o
bien a la propuesta regeneradora de izquierdas, Podemos.
Como parte positiva,
al igual que Podemos, tienen que haber
conseguido entrar con 40 escaños partiendo de 0 es todo un logro. Como parte negativa, que teniendo en cuenta las aspiraciones que
tenían estos resultados son un gran fracaso, más si tenemos en cuenta que
no son la llave decisiva para formar un gobierno a dos bandas.
Unidad Popular-IU: los grandes damnificados del sistema
electoral. Mientras que al PP un escaño le cuesta 58.000 votos a UP-IU le
ha costado 460.000 votos. Han perdido votos en favor de Podemos y, además, han
sido menospreciados en todos los debates que ha habido a escala nacional.
La parte positiva
que tienen es que han hecho una muy
buena campaña. Y que, además, teniendo en cuenta el auge de otro partido de
izquierdas, han conseguido mantener representación en el Congreso.
ERC y DL: por un lado, ERC no ha conseguido su objetivo que era ser el partido más votado en
Catalunya, aunque sí ha tenido un espectacular aumento de votos. Por otro
lado, DL no ha conseguido soltar el
lastre de los recortes en la Generalitat y de ser Convergència, por mucho
que hayan querido enmascarar el nombre. En conjunto han conseguido 17 escaños
de los 47 que se disputaban y un 31% de los votos. Y, además, han perdido 472.000 votos respecto a la
candidatura de Junts pel Sí que presentaron a las elecciones catalanas. Muy lejos, por lo tanto, de la mayoría
independentista que querían para entrar en el Congreso (NOTA: hablo de
mayoría independentista, que es el factor diferencial de su programa, no de
mayoría a favor del referéndum).
¿Y ahora, qué?
Con este panorama, se abren diversas posibilidades:
- Por un lado, la Gran Coalición, que se puede dar en dos situaciones diferenciadas: voto a favor de PP y PSOE a un candidato o candidata del PP, o abstención del PSOE que facilite la investidura. Por un lado daría cierta estabilidad dado que la suma de los escaños es muy grande y podría facilitar pactos de gran envergadura. Por otro lado, hoy por hoy, que el PSOE pacte con el PP y facilite que éste gobierne sería la muerte política del PSOE y le servirían en bandeja de plata a Podemos ser el referente en la izquierda. Se podría convertir en un PASOK griego y que Podemos fuese la Syriza española. Máxime cuando Pedro Sánchez llamó indecente a Mariano Rajoy en campaña y cuando se han hecho críticas tan duras a la gestión de estos 4 años de gobierno. Además, en los últimos días, desde el PSOE se ha repetido hasta la saciedad que no darán su apoyo al PP.
- Pacto a la portuguesa. Es decir, que se junten los partidos de izquierdas que no han ganado las elecciones y hagan Presidente al líder del partido de izquierdas más votado, en este caso Pedro Sánchez. Para ello no sólo necesitaría a Podemos, sino a UP-IU y también a los partidos nacionalistas vascos y catalanes (PNV y ERC). Dado que el PSOE no está por la labor de facilitar el referéndum catalán, es complicado que se pueda dar este pacto, ya que parece ser que la condición sine qua non que Podemos marca para dar su apoyo es precisamente esta. Antes, incluso, que medidas de regeneración democrática o de impacto social, cosa que hace pensar que es más una estrategia a corto plazo para contentar a sus confluencias que no a largo plazo ya que estarían dejando de lado su principal razón de ser y eso podría hacer que, de perdurar en el tiempo y enrocarse aquí la cuestión y no avanzar en temas sociales, su voto se perdiera en favor del PSOE.
- Un Presidente independiente. Un caso que está empezando a plantear Podemos y que sería similar a lo que ya ha sucedido en Grecia o Italia. En ambos casos ya vimos cómo acabaron. El lado bueno es que ningún partido saldría perdiendo, en caso de tener que aplicar medidas impopulares, excepto aquel o aquellos que lo hubiesen promovido. El lado negativo es la legitimidad democrática que tendría al no haber sido votado en las urnas.
- Pacto de cambio y regeneración. Es decir, una suma de PSOE, Podemos y Ciudadanos. Abriría la posibilidad de que promovieran medidas de regeneración democrática que tanto se han proclamado. Pero aquí residen diversas dificultades: por un lado la línea roja que marca Podemos con el referéndum catalán que no aceptarían ni Ciudadanos ni PSOE y, por otro lado, lo complicado que sería que dos partidos de izquierdas impulsasen medidas con un partido de derechas.
- Nuevas elecciones. Es un escenario que nunca se ha dado pero que, por primera vez, tampoco se descarta. Dada la actual situación de posible ingobernabilidad si, transcurridos dos meses desde la primera votación de investidura, nadie ha salido elegido ni con mayoría absoluta ni con mayoría simple (más votos a favor que en contra), se convocarían nuevas elecciones. Es un escenario que, en principio, nadie desea, pero que sí que es verdad que favorecería a algunos partidos como el PP (normalmente el voto conservador suele ser voto que quiere tranquilidad y estabilidad. Muchos votantes del PP se han pasado a Ciudadanos porque pensaban que podía ser alternativa real de gobierno y, visto que no ha sido así, volverían al PP) y Podemos (dependiendo de cuál sea finalmente su estrategia y, sobre todo, la del PSOE podría quitarle aún más votos al partido de Pedro Sánchez y acabar de concluir su remontada).
A todo este análisis, además, hay que añadirle una
coletilla: el Senado, ese gran olvidado.
De los 208 senadores en juego el PP ha conseguido 124. Es decir, mayoría
absoluta. Por lo tanto, y según la propia Constitución, para hacer reformas
constitucionales se necesita, por lo menos, mayoría absoluta del Senado (art.
167.2). Es decir, todas aquellas
reformas constitucionales que se querían plantear, hoy por hoy, es complicado
que se realicen. Y, además, en caso que se forme un gobierno donde el PP no
participe éste podrá hacer del Senado su fortín para obstaculizar la aprobación de las leyes que emanen del Congreso.
Estos han sido los resultados electorales y este mi humilde
análisis. ¿Qué acabará pasando? Es tan incierto como inciertos podían ser los
resultados electorales antes del 20D. De ahí que las empresas demoscópicas hayan tenido un fracaso tan grande a la hora
de realizar encuestas. Lo que sí sabemos seguro es que se avecinan tiempos
de diálogo y pacto, y que éstos no serán, para nada, sencillos. Hoy por hoy parece que llegar a un acuerdo será complicado, pero dos meses de negociaciones son muy largos y, lo que ahora son líneas rojas, en dos meses pueden ser líneas franqueables, siempre que haya voluntad de pacto. Bienvenidos a la fiesta de la democracia.