jueves, 27 de noviembre de 2008

A vueltas con Bolonia.

Desde hace 7 días, en la Universidad de Barcelona, un grupo de estudiantes están encerrados pidiendo, entre otras cosas, parar la implantación del Plan Bolonia porque, según esgrimen, hará que la universidad se privatice, que los estudiantes se tengan que hipotecar para pagarse los futuros másters, la excesiva carga de trabajo y el no poder compaginar estudios y trabajo, etc. Pero, ¿de verdad eso es Bolonia? La respuesta es muy simple: NO. La declaración firmada en el año 1.999 por 29 países europeos (hoy 47) por la que se creaba el Espacio Europeo de Enseñanza Superior (EEES), más conocido como “Plan Bolonia”, lo que pretende, y cumple, es crear un espacio universitario europeo que permita la libre circulación o movilidad de los estudiantes por todas las universidades de Europa (es decir, poder comenzar la carrera en la UPF de Barcelona, seguirla en la Sapienza -Roma- y hacer el máster y el doctorado en Oxford, por ejemplo). También lo que busca es el reconocimiento de las titulaciones en todos los países que forman parte del EEES. Alguien dirá, “vale, muy bien, pero antes también se podía comenzar la carrera en una universidad y terminarla en otra”. Sí, claro, pero no se tenía las facilidades que habrá ahora. Pongamos, por ejemplo, que un/a estudiante de 1º de Humanidades quiere hacer los tres años que le restan en Roma... ¿puede? Sí. Y, además, el año que ha hecho en la UPF (por ejemplo) le convalidará en la universidad que escoja para acabar la carrera. Antes eso no tenía por qué ser así, es decir, podía ocurrir que el año que había hecho no se lo convalidaran y tuviera que volver a hacerlo. ESTO es Bolonia. El resto de cuestiones que ahora están de relieve y de la cuales se está en contra no forman parte de las directrices del EEES y, por ende, del Plan Bolonia. Los problemas surgidos a raíz del Plan Bolonia son varios. Sobretodo, el problema por excelencia, la financiación. Este no es un problema nuevo y, ni mucho menos, lo es por culpa de Bolonia. La Universidad española viene arrastrando problemas de financiación desde hace décadas y, eso si que es cierto, Bolonia lo ha agudizado. El Gobierno ya dijo que no destinaría ni un euro más de lo que ya destina a las universidades, para implementar el Plan Bolonia. Eso, en tiempos de crisis, como los actuales, se agudiza, ya que los presupuestos destinados a las universidades puede que no suban tanto como estaba previsto. Pero eso no es culpa de Bolonia, sino de la escasa financiación que ha tenido la Universidad desde siempre. Otro problema es la falta de política de becas en nuestro país. En España no hay una clara política de ayudas económicas a los estudiantes para poder estudiar, hecho que hace que estemos muy por detrás con respecto a otros países que han implantado ya el EEES y con los que se quiere competir. Pero eso, tampoco es culpa de Bolonia. Uno de los puntos más candentes, actualmente, es la posibilidad de que los estudios se vean encarecidos. Problema que se le achaca a Bolonia, pero que, en realidad, no tiene ninguna culpa. Bolonia no fija ni los precios de las matrículas de las universidades ni tampoco las tasas. Eso es competencia de la Administración central y de las Comunidades Autónomas. Y, es más, las universidades ya han salido a la palestra diciendo que, en ningún caso, los másters serán más caros, sino todo lo contrario, tendrán precios públicos, cosa que hasta ahora no pasaba. Además, añadido al punto anterior, está el rumor de la privatización de las universidades. Eso ha sido desmentido tanto por los rectores de las universidades como por los políticos. En ningún documento relativo al EEES se habla de la privatización de las universidades. Por último, otra de las principales críticas es la del excesivo trabajo que suponen tantos seminarios. Y, para los críticos al Plan, éste es uno de sus principales terrenos de batalla. Pero otro terreno equivocado. Bolonia no establece una metodología de estudio. Lo que sí marca son unos criterios comunes, es decir, que las titulaciones están compuestas por grados, máster y doctorado y, para completar el ciclo se deben cursar un número determinado de créditos. En España el número de años fijado para los grados es de 4 y, por lo tanto, los créditos ascienden a 240, y los máster un año. Pero esto no lo ha marcado Bolonia, sino el Gobierno central. Y, dentro de este panorama, cada universidad tiene flexibilidad para poner unos métodos de estudio diferentes (horarios, itinerario, enseñanza a distancia...). Todo este lío viene dado por, sobretodo, los errores que se han ido cometiendo desde el año 2.004 cuando la ministra San Segundo (PSOE) dijo que algunas carreras como Historia del Arte o Humanidades desaparecerían, pero que luego resultó no ser así al rectificarse. Ahora también se ha anunciado una rectificación para informar mejor. A ver qué pasa. En mi opinión, las críticas están bien formuladas y con mucho y buen fundamento, pero mal, muy mal, dirigidas. En vez de hacerlo contra Bolonia se debería hacer contra la Administración, ya sea la central, la autonómica, o la que corresponda, pero no contra un Plan que lo único que hace es facilitar la movilidad entre universidades y que los títulos valgan igual en todos los países que están dentro del EEES. Con esto quiero decir que, a parte de estar a favor de las críticas, también estoy a favor del Plan Bolonia. Ambas cosas no son incompatibles.