viernes, 28 de septiembre de 2012

El golpe perfecto



A Artur Mas y, por extensión, a CiU les ha salido la jugada perfecta. A pesar de los recortes salvajes que han estado haciendo durante esta legislatura y a pesar del descontento que ello ha producido entre la ciudadanía, han conseguido convocar elecciones anticipadas y que todas las encuestas (o gran parte de ellas) les den mejores resultados que los conseguidos en la última llamada a las urnas. Chaupeu!

Esta legislatura ha sido la más corta de la historia de la democracia en Catalunya (y me atrevería a decir que en toda la historia, pero como no tengo datos, pues lo dejaré en duda). Pero ha sido la más intensa. En estos poco más de dos años, a Artur Mas le ha dado tiempo a recortar y empeorar el servicio sanitario como nunca. Y tres cuartas partes de lo mismo con la educación.

No olvidemos que, en esta legislatura, se ha procedido a implantar el copago en la sanidad a través del euro por receta o, también, la aplicación de tasas para poder acceder a la Justicia. En estos dos años, se han cerrado centros hospitalarios y de atención primaria. Además de que CiU, en el Congreso de los Diputados, ha votado junto al PP en todas las reformas que ha habido y que nos han recortado derechos.

Pero, por fortuna, han tenido la suerte de que, en Catalunya, cuando se habla de banderas e identidades la gente (o una parte de ella) se vuelve loca y se olvida de todo lo demás. Y así ha sido. Y lo saben. Y lo han sabido explotar.

Y en todo esto han contado con un aliado inesperado: la Assemblea Nacional Catalana. Ojo, no digo que la ANC sea de CiU, ni mucho menos. Pero sí que les ha facilitado la tarea. Esta organización independentista convocó, para el 11 de septiembre, una manifestación en favor de la independencia de Catalunya a la que, con un dinero el cual no sabemos de dónde procede (o, al menos, yo no lo sé) consiguió contratar cientos de autocares para que viniera, de toda Catalunya, gente a la manifestación. Y, efectivamente, ha sido de las que más afluencia de público ha congregado.

Artur Mas y CiU sabían del tirón que tendría esta manifestación y que sería muy multitudinaria. Y, aquí sí, contaron con un aliado suyo: la Corporació Catalana de Mitjans Audiovisuals (CCMA). O sea, TV3. Bajo mi punto de vista no es casualidad que haya sido la única manifestación que se ha retransmitido en directo (habiendo, como ha habido, manifestaciones tan multitudinarias en el pasado). Así como tampoco creo que sea casualidad que, durante esos días, se ha estado haciendo apología del independentismo en diversos espacios de dicho canal público.

A todo esto cabe añadirle el golpe de efecto magistral. Hace pocos días, Artur Mas fue a La Moncloa para entrevistarse con Mariano Rajoy, con un objetivo: que Rajoy le diera el “sí” al pacto fiscal. Días antes se había estado lanzando el mensaje de que si Rajoy no daba su aprobación, habría que plantearse muchas cosas y que el problema ya sería más grave. A todo esto, si José Montilla y Antoni Castells tardaron un año en conseguir una mejora en la financiación de Catalunya, ¿de verdad pensaba Mas que, en dos horas, Rajoy le daría el pacto fiscal? ¿O era un acto teatral más?

Como todo el mundo sabía (y, si no lo sabía, es que mucha ingenuidad había) Rajoy no dio su brazo a torcer. Y ahí llegó la guinda del pastel. A su vuelta a Barcelona, Artur Mas fue recibido por unos pocos miles de personas (no entraré en guerra de cifras), haciéndole parecer como el abanderado del independentismo, el adalid de la libertad. Y todo en una representación más propia de otras épocas en las que un personaje con bigote vestido de militar salía a saludar a la multitud en el Palacio de Oriente.

Con todo esto ha conseguido desplazar a ERC del primer plano del independentismo. Primer punto ganado. Y, además, desplazar de la agenda la cuestión de los recortes y de la maltrecha economía catalana, reforzando su popularidad entre la gente. Segundo punto ganado.

Así pues, este era el mejor escenario para convocar elecciones. Y más si tenemos en cuenta que ha pillado con el pie cambiado al principal partido de la oposición, el PSC. Sin candidato para las elecciones, estaba enfrascado en lo que iban a ser las primeras primarias abiertas dentro del partido (que, para quien no lo sepa, se trata de elegir al candidato a President entre toda la ciudadanía, no “a dedo” ni, tan sólo, entre los militantes. Es decir, un proceso democrático sin precedentes en los partidos políticos de este país). Y estas primarias no se podrán hacer, en principio, por falta de tiempo (aunque a partidos como ICV o SI sí que les da tiempo, aunque de manera interna, entre sus militantes). Tercer punto ganado.

No olvidemos que, en esto, el PP también ha contribuido. Ellos ya tienen su propio electorado, el cual es muy fiel y les seguirá votando hagan lo que hagan. Y también les va bien que se hable de independencia en vez de recortes. Así, ellos pueden tapar sus recortes y, además, decir que son más españolitos que nadie y que son los únicos que aseguran que España no se romperá.

Ahora tocará votar. Y, según dicen las encuestas, CiU podría tener mayoría absoluta en unas elecciones que se han presentado como un plebiscito en favor o en contra de la independencia. No nos engañemos, CiU no ha sido jamás independentista. Lo que sí es, y mucho, es oportunista. Lo fue cuando fue a La Moncloa a negociar el recorte del Estatut con Zapatero. Y lo vuelve a ser ahora. Si gana, y más si lo hace por mayoría absoluta, dudo soberanamente que haga ningún referéndum (y, en todo caso, si lo hace, lo hará al final de la siguiente legislatura, dentro de 4 años). Lo que seguro que sí hará serán más recortes como los que ha hecho hasta ahora, todos ellos de la mano del PP. Por cierto, también vale la pena recordar que CiU votó, en el Congreso, una ley del PP que quita competencias a Catalunya, la Ley de Estabilidad Presupuestaria (la cual dice que, en caso que una CCAA sea rescatada, será el Gobierno central quien controle las cuentas, al estilo de lo que hace la UE cuando rescata a un país miembro).

Sólo me queda que aplaudir a los estrategas de CiU. Han hecho un trabajo espectacular. Una cortina de humo buenísima. En resumidas cuentas, un golpe perfecto.

miércoles, 12 de septiembre de 2012

Mis razones para decir "no" a la independencia de Catalunya



Ayer, en Barcelona, pudimos ver cómo transcurría la manifestación convocada por la Assemblea Nacional Catalana en favor de la independencia de Catalunya. A tal manifestación acudieron, aproximadamente, un millón y medio de personas, según la Conselleria de Interior y la Guardia Urbana de Barcelona.

Últimamente, mucha gente se está sumando al carro del independentismo. Ser “indepe” está de moda y eso provoca que muchos, sobre todo jóvenes, digan que también lo son y enarbolen la “estelada”. Lo fastidiado viene después, cuando preguntas por qué se quiere la independencia. Ahí la cosa ya no está tan clara. O, simplemente, se aducen motivos económicos como, por ejemplo, el tan nombrado “Espanya ens roba” (España nos roba) en referencia a la diferencia tan grande que existe entre lo que Catalunya aporta económicamente al Estado y lo que, después, recibe. Pero, ¿es la independencia la mejor solución?

En mi humilde opinión, no.

Primero porque, para mí, cualquier opción que divida en vez de sumar esfuerzos, no es buena. El independentismo se basa en la exclusión, en un “no te quiero a mi lado”. Y, particularmente, en la actual situación de crisis económica global, lo que hay que hacer es aunar esfuerzos para salir, todos juntos, de esta coyuntura.

Segundo porque, económicamente, el independentismo catalán ha pecado de victimismo. No es cierto que Catalunya sea la Comunidad Autónoma que más aporta al Estado. De hecho, las que más aportan son Islas Baleares y Madrid. Y Catalunya, la tercera. Y tampoco es cierto que sea la que menos recibe. De hecho, es la décima en ese apartado. Además, Madrid aporta más que Catalunya y recibe menos y, por el momento, no veo quejas del pueblo madrileño y, mucho menos, que, por eso, se quiera la independencia.

Dejando de banda que el dinero que ha tenido y tiene Catalunya se podría haber gestionado de otra manera más eficiente y malgastándolo menos (tanto con los gobiernos de CiU como con los del Tripartit), es cierto que Catalunya podría estar mejor si tuviera un trato mejor. Pero hay otras opciones a la independencia, empezando por el tan nombrado pacto fiscal o siguiendo por un Estado Federal: el País Vasco o Navarra gestionan sus propios impuestos (el denominado “cupo”) y es perfectamente constitucional; y, en un Estado Federal, cada Estado podría hacer y deshacer con su economía lo que quisiera.

Tercero porque, dudo mucho que, con la independencia, se solucionaran los problemas económicos. Todos los países, sean grandes o pequeños, ricos o pobres, tienen problemas de índole económica en este momento. Si eso es así, ¿qué puede hacer pensar que nosotros seríamos la excepción en todo el mundo y que nuestra economía funcionaría a las mil maravillas? Tendríamos que seguir importando productos básicos porque nosotros sólo producimos agricultura y algo de industria (ojo, y que las empresas industriales no dirían “oh, sí, ahora que Catalunya es independiente vamos allí a instalarnos” porque prefieren irse a China o India porque les sale más barato producir allí) y la independencia no nos asegura que no continuara habiendo recortes en sectores sociales, dado que la derecha (CiU) tendría muchos números para seguir gobernando.

Cuarto porque, concretamente el independentismo catalán, basa algunos de sus puntales en mentiras históricas. Como, por ejemplo, decir que Catalunya lleva 300 años de ocupación y represión. Echando la vista atrás y estudiando un poco de Historia descubrimos que, lo que sucedió allá por 1714, en la Guerra de Sucesión al trono de Castilla y Aragón (ojo, no fue una guerra entre Catalunya y España y, de hecho, España aún no existía como tal) fue una disputa bélica entre la casa de los Austrias y la casa de los Borbones. Por causas que no vienen al caso, Catalunya se posicionó y luchó en favor de la casa de los Austrias. Y perdió, llegando al trono un Borbón: Felipe V. Como en todas las guerras que ha habido, hay y habrá, el perdedor siempre sufre una pérdida de libertades y de derechos. Repito, como en todas las guerras.

Que, en aquella época se dijera que Catalunya estaba ocupada y reprimida, lo acepto. Porque, además, era verdad después de la proclamación del Decreto de Nueva Planta y de la construcción de un recinto miliar que vigilaba la ciudad de Barcelona: la Ciutadella. Pero dicho Decreto ya no existe y la Ciutadella, ahora, es un parque.

Quinto porque, personalmente, tengo demasiados vínculos con otras regiones del resto de España como para querer desligarme de ellas. Procedo de raíces andaluzas y un pueblecito de Aragón, Benabarre, es mi segunda casa. Cualquiera que esté en mi misma situación podrá entenderme.

Sexto porque, en el actual marco de gobierno europeo no tiene sentido la independencia. Europeamente hablando se quiere avanzar hacia la unión política de todos los Estados de la UE y que haya un único gobierno europeo. Si eso es así, ¿qué sentido tiene independizarse para, luego, volverse a unir? Además, tengamos en cuenta que, para entrar a la Unión Europea, todos los Estados miembros tendrían que estar a favor. Y dudo mucho que España lo estuviese. Por tanto, nos quedaríamos fuera tanto del euro como de la UE, con todo lo que eso conlleva.

Séptimo porque el propio movimiento independentista se contradice. Uno de sus lemas es “tots units fem força” (todos unidos hacemos fuerza). Y, si todos unidos hacemos fuerza… ¿para qué dividirnos?

Octavo porque, si se permite la independencia de Catalunya, ¿qué podría impedir, después, la independencia de las provincias de Tarragona, Lleida, Girona y Barcelona y, luego, de Sant Adrià del Besós, Torredembarra, Alfarràs, Rupit o Berga? ¿A que eso ya no mola tanto?

Noveno porque ¿y después qué? Siempre que preguntas a algún independentista sobre un proyecto de futuro la respuesta es “primero la independencia y, luego, ya veremos”. Pues mire, lo siento pero no. Cuando compro un producto me gusta saber por qué y para qué lo compro, qué utilidad le voy a dar, no comprarlo y luego ya veré qué hago con él. Y más si el producto es político y afecta a todas nuestras vidas y nuestro futuro.

Personalmente, soy muy catalanista y defiendo la nación catalana donde quiera que yo esté. Estoy a favor del derecho a decidir y que sea el pueblo catalán quien, democrática y libremente, se exprese y decida qué modelo de gobierno quiere y qué quiere ser en el futuro más inmediato. Pero estoy en contra de una de las consecuencias que puede conllevar el derecho a decidir: la independencia.

En un momento como el actual, de recortes en todos los ámbitos y, especialmente, en los ámbitos sociales, tenemos que unirnos, aunar nuestras fuerzas y luchar contra ello. No dividirnos. No tiene que haber lucha entre pueblos, tiene que haber lucha entre clases.

A los diferentes gobiernos (central y catalán) ya les va bien que se hable de independencia. Todo el tiempo que se hable de ello será tiempo que no se hable de recortes. Y eso, ¿en detrimento de quién va? De todos nosotros.