lunes, 26 de noviembre de 2012

Reflexiones tras los resultados de las elecciones del 25N

 

Las elecciones que se celebraron ayer y en las cuales fuimos a votar el 69,56% (récord histórico) de los y las catalanes me han hecho arrojar diversas reflexiones:




  • Por un lado, que CiU se equivocó de estrategia. Convocó las elecciones con la intención de aumentar, pese a los recortes, su representación en el Parlament (e, incluso, obtener mayoría absoluta) y, en vez de eso, la redujo en 12 diputados. Este descenso en número de escaños o diputados no lo es tanto, de hecho, si comparamos los votos que ha obtenido la formación con respecto a las anteriores elecciones. CiU sólo ha perdido 100.000 votos, y si tenemos en cuenta los recortes que ha hecho y que, normalmente, las crisis desgastan a los gobiernos, aquí no ha hecho tanta mella.

  • ¿A qué se debe este retroceso tan grande en escaños, pues? Al aumento de participación registrado que, sobre todo, ha beneficiado a ERC, aunque también a ICV, C's y CUP. La formación liderada por Oriol Junqueras ha aumentado en casi 300.000 votos con respecto al 2010 (y 12 diputados más), los ecosocialistas lo han hecho en 120.000 (y 3 diputados), Ciutadans en 170.000 (y 6 diputados) y la Candidatura d'Unitat Popular ha entrado con 126.000 votos (y 3 diputados). Así pues, el retroceso en votos tanto de CiU (100.000) como del PSC (50.000) no son sólo la razón de estas variaciones de escaños, sino también la movilización del electorado que en anteriores elecciones no lo había hecho.

  • Esta variación, además, ha hecho variar los diferentes ejes que caracterizan a la política. Así pues, mientras en la anterior legislatura había 83 diputados de derechas (contando a C's como tales) y 52 de izquierdas (contando a SI como tales), ahora esta correlación es de 78 de derechas y 57 de izquierdas (y, para quien considere a C's de izquierdas, antes había 80 de derechas y 55 de izquierdas y ahora 69 y 68, respectivamente)

    En lo que hace referencia al derecho a decidir, mientras que en la anterior legislatura había 114 diputados favorables (CiU, PSC, ERC, ICV y SI) ahora hay 107 (CiU, PSC, ERC, ICV y CUP). En cambio, mientras que antes había 14 diputados firmemente defensores de la independencia de Catalunya (ERC y SI), ahora son 24 (ERC y CUP).

    Por lo tanto, según estos resultados, vemos cómo (1) se cumple la máxima de que cuanta más participación, mejor le va a la izquierda; (2) el electorado ha dado un fuerte rechazo a las políticas de derechas que se están aplicando en Catalunya; (3) sigue habiendo un fuerte apoyo al derecho a decidir; y (4) aumenta el sentimiento independentista.
  • Además, hemos podido comprobar cómo ha sucedido todo lo contrario a lo que, según las encuestas, sucede en el resto de España (excepto en las pasadas elecciones gallegas): el PP ha conseguido aumentar el número de votos y de escaños. El debate identitario les ha ido muy bien, ya que, a pesar de los recortes, han conseguido movilizar al electorado antiindependentista y hacer olvidar, además, los brutales recortes que se están llevando a cabo desde el Gobierno central por Mariano Rajoy.

  • También se ha confirmado que Solidaritat Catalana per la Independencia fue un bluf y que, si consiguió tan buenos resultados en los anteriores comicios fue gracias al eco mediático de tener como cabeza de lista a Joan Laporta.

  • Las CUP, por contra, han visto premiada la gran campaña que han hecho entrando al Parlament con 3 diputados en las primeras elecciones autonómicas a las que se presentaban. Con esto, además, entra en el Parlament una corriente alternativa de izquierdas anticapitalista liderada por jóvenes que dará aire fresco y dinamismo al Parlament.

  • Por su parte, ICV y C's se han nutrido de anteriores votantes socialistas que han decidido optar por otras opciones y no por el PSC. Y ERC de anteriores votantes convergentes y, además, de votantes independentistas que han vuelto a creer que la independencia es posible.
  • Por último, también hemos asistido al siguiente episodio de la debacle socialista. Por si no era suficientemente malo tener 28 diputados, ahora se ha bajado hasta 20, el peor resultado de la historia del PSC. Las elecciones pillaron con el pie cambiado al partido (aunque tardar un año en renovar la cúpula del partido y otro más en aprobar un reglamento de primarias no sé si es que te pillen con el pie cambiado o ser extremadamente lento) y, además, la campaña tampoco ha sido como para tirar cohetes. 

    Aunque hay gente que se consuela viendo que la debacle convergente ha sido aún más grande, el resultado ha sido tan sumamente malo que no existe margen de consolación. El PSC ha sido la primera fuerza política, únicamente, en el Baix Llobregat y la segunda en Vallès Occidental, Vallès Oriental, Garraf y Baix Penedès. En el resto, tercera fuerza o, incluso, más abajo. Además, en Barcelona ciudad, el partido ha sido la cuarta fuerza por detrás de CiU, PP y ERC. Y en el único distrito que ha ganado es en Nou Barris; en algunos distritos, incluso, ha quedado por debajo del cuarto puesto.

    Si el PSC no quiere seguir cayendo y que la debacle sea aún más grave tiene que renovarse profundamente. Tanto de personas como de rumbo. Mucha gente aún relaciona al PSC con las políticas erróneas de los últimos años de Zapatero y, también, con la crisis. Tiene que saber vender (cosa que aún no ha hecho) las cosas buenas que se hicieron en los diferentes gobiernos socialistas y romper con lo negativo de aquella etapa. Y eso significa, mal que nos pese, que algunas personas desaparezcan de la primera línea política y surjan nuevas caras que tengan ímpetu y gancho (y, sobre todo, caras jóvenes, porque no es razonable que la primera persona de JSC en la lista de Barcelona vaya en el número 16).

    Pero no sólo tiene que haber un cambio de personas, sino también de hechos. El PSC tiene que alejarse de los grandes discursos y hacer propuestas reales, que es lo que pide la gente. Y, sobre todo, propuestas que sean realmente de izquierdas y que rompan con el buenismo respecto a la derecha que ha representado Alfredo Pérez Rubalcaba en los últimos tiempos y con las políticas de derechas que realizó Zapatero en los últimos suspiros de la segunda legislatura. 

    Además, uno de los problemas que siempre han acuciado al PSC es la indefinición. En muchos problemas y cuestiones capitales de la sociedad el PSC no ha sabido posicionarse. Y eso te hace ver como un partido errático, que no sabe dónde va. Y un partido errático y que no sabe dónde va nunca puede ser alternativa. Además de que esta indefinición provoca que potenciales votantes prefieran votar a otros partidos que sí se posicionan claramente.

    Si el PSC consigue enderezar el rumbo y poner en práctica todo esto es muy probable que vuelva a enganchar con la sociedad y con su electorado para volver a tener mayoría. Porque el problema del PSC no es que haya perdido pocos votos, el problema del PSC es que, estando en la oposición, ha continuado perdiéndolos.
A partir de ahora, con los resultados obtenidos, se dibuja un panorama complicado para CiU para poder gobernar. ¿Pactará con ERC y hará un frente nacionalista? ¿Pactará con el PP y así poder seguir recortando? ¿Habrá sociovergencia? Las respuestas, en unos días.

miércoles, 10 de octubre de 2012

Estimado señor Wert



Estimado señor Wert,

Este mediodía, en el Telediario, he oído, con estupor, que usted y, por extensión, su Gobierno quiere “españolizar” a los niños catalanes. Quizá usted no se ha expresado bien o, quizá, hemos malinterpretado sus palabras. Y seguro que mañana, delante de las alcachofas de las diferentes televisiones, matiza sus palabras diciendo que todos le hemos entendido mal. O quizá no.

No puedo más que hacer que llevarme las manos a la cabeza y taparme los ojos ante tales palabras. No sé si lo sabrá (y no sé qué es peor, si que lo sepa o que no lo sepa), pero el panorama educativo español – y, por lo tanto, el catalán también — tiene problemas más acuciantes que sus ansias por expandir el sentimiento nacionalista español entre las venas de nuestros alumnos.

Los profesores tenemos que convivir, día sí y día también, con noticias sobre cómo usted y, por extensión, su Gobierno nos recorta más y más. Tenemos que convivir con aulas masificadas. Tenemos que convivir con recortes de sueldo. Tenemos que convivir con aumento de horas laborales.

Pero nuestros alumnos no son menos. De hecho, son los más perjudicados. Unas clases masificadas van en detrimento de la calidad de la educación que reciben. Que los profesores estén estresados va en detrimento de la calidad de la educación. Y, por si fuera poco, usted y, por extensión, su Gobierno les han quitado sus sueños de futuro al recortar los Bachilleratos. ¿Es así como se mejora la educación de este país y como se prospera como tal?

Mientras usted y, por extensión, su Gobierno esté más interesado en que los alumnos sean superespañolitos que en que reciban una educación digna, así nos irá y ese futuro tendremos como país. Mientras usted y, por extensión, su Gobierno – así como también el de Catalunya – piensen más en disputas identitarias que en que salgan bien preparados, así nos irá y ese futuro tendremos.

No nos engañemos, usted y, por extensión, su Gobierno – así como también el de Catalunya – lo que quieren son futuros ciudadanos cultural, cognitiva e intelectualmente muertos. Sólo de esa manera podrán conseguir que, en el futuro, haya esa ansiada “mayoría silenciosa” que su buen amigo, nuestro Presidente Mariano Rajoy, quiere para este país. Para que no salgamos a la calle a hacer eso que tanto les gusta a ustedes hacer cuando están en la oposición pero que les molesta tanto cuando gobiernan: manifestarnos y protestar contra sus recortes.

Lo siento, pero conmigo que no cuenten. A mí me van a tener delante. Y como yo, muchísimos más que, de verdad, queremos que las generaciones futuras salgan preparadas, que reciban una educación de calidad.

viernes, 28 de septiembre de 2012

El golpe perfecto



A Artur Mas y, por extensión, a CiU les ha salido la jugada perfecta. A pesar de los recortes salvajes que han estado haciendo durante esta legislatura y a pesar del descontento que ello ha producido entre la ciudadanía, han conseguido convocar elecciones anticipadas y que todas las encuestas (o gran parte de ellas) les den mejores resultados que los conseguidos en la última llamada a las urnas. Chaupeu!

Esta legislatura ha sido la más corta de la historia de la democracia en Catalunya (y me atrevería a decir que en toda la historia, pero como no tengo datos, pues lo dejaré en duda). Pero ha sido la más intensa. En estos poco más de dos años, a Artur Mas le ha dado tiempo a recortar y empeorar el servicio sanitario como nunca. Y tres cuartas partes de lo mismo con la educación.

No olvidemos que, en esta legislatura, se ha procedido a implantar el copago en la sanidad a través del euro por receta o, también, la aplicación de tasas para poder acceder a la Justicia. En estos dos años, se han cerrado centros hospitalarios y de atención primaria. Además de que CiU, en el Congreso de los Diputados, ha votado junto al PP en todas las reformas que ha habido y que nos han recortado derechos.

Pero, por fortuna, han tenido la suerte de que, en Catalunya, cuando se habla de banderas e identidades la gente (o una parte de ella) se vuelve loca y se olvida de todo lo demás. Y así ha sido. Y lo saben. Y lo han sabido explotar.

Y en todo esto han contado con un aliado inesperado: la Assemblea Nacional Catalana. Ojo, no digo que la ANC sea de CiU, ni mucho menos. Pero sí que les ha facilitado la tarea. Esta organización independentista convocó, para el 11 de septiembre, una manifestación en favor de la independencia de Catalunya a la que, con un dinero el cual no sabemos de dónde procede (o, al menos, yo no lo sé) consiguió contratar cientos de autocares para que viniera, de toda Catalunya, gente a la manifestación. Y, efectivamente, ha sido de las que más afluencia de público ha congregado.

Artur Mas y CiU sabían del tirón que tendría esta manifestación y que sería muy multitudinaria. Y, aquí sí, contaron con un aliado suyo: la Corporació Catalana de Mitjans Audiovisuals (CCMA). O sea, TV3. Bajo mi punto de vista no es casualidad que haya sido la única manifestación que se ha retransmitido en directo (habiendo, como ha habido, manifestaciones tan multitudinarias en el pasado). Así como tampoco creo que sea casualidad que, durante esos días, se ha estado haciendo apología del independentismo en diversos espacios de dicho canal público.

A todo esto cabe añadirle el golpe de efecto magistral. Hace pocos días, Artur Mas fue a La Moncloa para entrevistarse con Mariano Rajoy, con un objetivo: que Rajoy le diera el “sí” al pacto fiscal. Días antes se había estado lanzando el mensaje de que si Rajoy no daba su aprobación, habría que plantearse muchas cosas y que el problema ya sería más grave. A todo esto, si José Montilla y Antoni Castells tardaron un año en conseguir una mejora en la financiación de Catalunya, ¿de verdad pensaba Mas que, en dos horas, Rajoy le daría el pacto fiscal? ¿O era un acto teatral más?

Como todo el mundo sabía (y, si no lo sabía, es que mucha ingenuidad había) Rajoy no dio su brazo a torcer. Y ahí llegó la guinda del pastel. A su vuelta a Barcelona, Artur Mas fue recibido por unos pocos miles de personas (no entraré en guerra de cifras), haciéndole parecer como el abanderado del independentismo, el adalid de la libertad. Y todo en una representación más propia de otras épocas en las que un personaje con bigote vestido de militar salía a saludar a la multitud en el Palacio de Oriente.

Con todo esto ha conseguido desplazar a ERC del primer plano del independentismo. Primer punto ganado. Y, además, desplazar de la agenda la cuestión de los recortes y de la maltrecha economía catalana, reforzando su popularidad entre la gente. Segundo punto ganado.

Así pues, este era el mejor escenario para convocar elecciones. Y más si tenemos en cuenta que ha pillado con el pie cambiado al principal partido de la oposición, el PSC. Sin candidato para las elecciones, estaba enfrascado en lo que iban a ser las primeras primarias abiertas dentro del partido (que, para quien no lo sepa, se trata de elegir al candidato a President entre toda la ciudadanía, no “a dedo” ni, tan sólo, entre los militantes. Es decir, un proceso democrático sin precedentes en los partidos políticos de este país). Y estas primarias no se podrán hacer, en principio, por falta de tiempo (aunque a partidos como ICV o SI sí que les da tiempo, aunque de manera interna, entre sus militantes). Tercer punto ganado.

No olvidemos que, en esto, el PP también ha contribuido. Ellos ya tienen su propio electorado, el cual es muy fiel y les seguirá votando hagan lo que hagan. Y también les va bien que se hable de independencia en vez de recortes. Así, ellos pueden tapar sus recortes y, además, decir que son más españolitos que nadie y que son los únicos que aseguran que España no se romperá.

Ahora tocará votar. Y, según dicen las encuestas, CiU podría tener mayoría absoluta en unas elecciones que se han presentado como un plebiscito en favor o en contra de la independencia. No nos engañemos, CiU no ha sido jamás independentista. Lo que sí es, y mucho, es oportunista. Lo fue cuando fue a La Moncloa a negociar el recorte del Estatut con Zapatero. Y lo vuelve a ser ahora. Si gana, y más si lo hace por mayoría absoluta, dudo soberanamente que haga ningún referéndum (y, en todo caso, si lo hace, lo hará al final de la siguiente legislatura, dentro de 4 años). Lo que seguro que sí hará serán más recortes como los que ha hecho hasta ahora, todos ellos de la mano del PP. Por cierto, también vale la pena recordar que CiU votó, en el Congreso, una ley del PP que quita competencias a Catalunya, la Ley de Estabilidad Presupuestaria (la cual dice que, en caso que una CCAA sea rescatada, será el Gobierno central quien controle las cuentas, al estilo de lo que hace la UE cuando rescata a un país miembro).

Sólo me queda que aplaudir a los estrategas de CiU. Han hecho un trabajo espectacular. Una cortina de humo buenísima. En resumidas cuentas, un golpe perfecto.

miércoles, 12 de septiembre de 2012

Mis razones para decir "no" a la independencia de Catalunya



Ayer, en Barcelona, pudimos ver cómo transcurría la manifestación convocada por la Assemblea Nacional Catalana en favor de la independencia de Catalunya. A tal manifestación acudieron, aproximadamente, un millón y medio de personas, según la Conselleria de Interior y la Guardia Urbana de Barcelona.

Últimamente, mucha gente se está sumando al carro del independentismo. Ser “indepe” está de moda y eso provoca que muchos, sobre todo jóvenes, digan que también lo son y enarbolen la “estelada”. Lo fastidiado viene después, cuando preguntas por qué se quiere la independencia. Ahí la cosa ya no está tan clara. O, simplemente, se aducen motivos económicos como, por ejemplo, el tan nombrado “Espanya ens roba” (España nos roba) en referencia a la diferencia tan grande que existe entre lo que Catalunya aporta económicamente al Estado y lo que, después, recibe. Pero, ¿es la independencia la mejor solución?

En mi humilde opinión, no.

Primero porque, para mí, cualquier opción que divida en vez de sumar esfuerzos, no es buena. El independentismo se basa en la exclusión, en un “no te quiero a mi lado”. Y, particularmente, en la actual situación de crisis económica global, lo que hay que hacer es aunar esfuerzos para salir, todos juntos, de esta coyuntura.

Segundo porque, económicamente, el independentismo catalán ha pecado de victimismo. No es cierto que Catalunya sea la Comunidad Autónoma que más aporta al Estado. De hecho, las que más aportan son Islas Baleares y Madrid. Y Catalunya, la tercera. Y tampoco es cierto que sea la que menos recibe. De hecho, es la décima en ese apartado. Además, Madrid aporta más que Catalunya y recibe menos y, por el momento, no veo quejas del pueblo madrileño y, mucho menos, que, por eso, se quiera la independencia.

Dejando de banda que el dinero que ha tenido y tiene Catalunya se podría haber gestionado de otra manera más eficiente y malgastándolo menos (tanto con los gobiernos de CiU como con los del Tripartit), es cierto que Catalunya podría estar mejor si tuviera un trato mejor. Pero hay otras opciones a la independencia, empezando por el tan nombrado pacto fiscal o siguiendo por un Estado Federal: el País Vasco o Navarra gestionan sus propios impuestos (el denominado “cupo”) y es perfectamente constitucional; y, en un Estado Federal, cada Estado podría hacer y deshacer con su economía lo que quisiera.

Tercero porque, dudo mucho que, con la independencia, se solucionaran los problemas económicos. Todos los países, sean grandes o pequeños, ricos o pobres, tienen problemas de índole económica en este momento. Si eso es así, ¿qué puede hacer pensar que nosotros seríamos la excepción en todo el mundo y que nuestra economía funcionaría a las mil maravillas? Tendríamos que seguir importando productos básicos porque nosotros sólo producimos agricultura y algo de industria (ojo, y que las empresas industriales no dirían “oh, sí, ahora que Catalunya es independiente vamos allí a instalarnos” porque prefieren irse a China o India porque les sale más barato producir allí) y la independencia no nos asegura que no continuara habiendo recortes en sectores sociales, dado que la derecha (CiU) tendría muchos números para seguir gobernando.

Cuarto porque, concretamente el independentismo catalán, basa algunos de sus puntales en mentiras históricas. Como, por ejemplo, decir que Catalunya lleva 300 años de ocupación y represión. Echando la vista atrás y estudiando un poco de Historia descubrimos que, lo que sucedió allá por 1714, en la Guerra de Sucesión al trono de Castilla y Aragón (ojo, no fue una guerra entre Catalunya y España y, de hecho, España aún no existía como tal) fue una disputa bélica entre la casa de los Austrias y la casa de los Borbones. Por causas que no vienen al caso, Catalunya se posicionó y luchó en favor de la casa de los Austrias. Y perdió, llegando al trono un Borbón: Felipe V. Como en todas las guerras que ha habido, hay y habrá, el perdedor siempre sufre una pérdida de libertades y de derechos. Repito, como en todas las guerras.

Que, en aquella época se dijera que Catalunya estaba ocupada y reprimida, lo acepto. Porque, además, era verdad después de la proclamación del Decreto de Nueva Planta y de la construcción de un recinto miliar que vigilaba la ciudad de Barcelona: la Ciutadella. Pero dicho Decreto ya no existe y la Ciutadella, ahora, es un parque.

Quinto porque, personalmente, tengo demasiados vínculos con otras regiones del resto de España como para querer desligarme de ellas. Procedo de raíces andaluzas y un pueblecito de Aragón, Benabarre, es mi segunda casa. Cualquiera que esté en mi misma situación podrá entenderme.

Sexto porque, en el actual marco de gobierno europeo no tiene sentido la independencia. Europeamente hablando se quiere avanzar hacia la unión política de todos los Estados de la UE y que haya un único gobierno europeo. Si eso es así, ¿qué sentido tiene independizarse para, luego, volverse a unir? Además, tengamos en cuenta que, para entrar a la Unión Europea, todos los Estados miembros tendrían que estar a favor. Y dudo mucho que España lo estuviese. Por tanto, nos quedaríamos fuera tanto del euro como de la UE, con todo lo que eso conlleva.

Séptimo porque el propio movimiento independentista se contradice. Uno de sus lemas es “tots units fem força” (todos unidos hacemos fuerza). Y, si todos unidos hacemos fuerza… ¿para qué dividirnos?

Octavo porque, si se permite la independencia de Catalunya, ¿qué podría impedir, después, la independencia de las provincias de Tarragona, Lleida, Girona y Barcelona y, luego, de Sant Adrià del Besós, Torredembarra, Alfarràs, Rupit o Berga? ¿A que eso ya no mola tanto?

Noveno porque ¿y después qué? Siempre que preguntas a algún independentista sobre un proyecto de futuro la respuesta es “primero la independencia y, luego, ya veremos”. Pues mire, lo siento pero no. Cuando compro un producto me gusta saber por qué y para qué lo compro, qué utilidad le voy a dar, no comprarlo y luego ya veré qué hago con él. Y más si el producto es político y afecta a todas nuestras vidas y nuestro futuro.

Personalmente, soy muy catalanista y defiendo la nación catalana donde quiera que yo esté. Estoy a favor del derecho a decidir y que sea el pueblo catalán quien, democrática y libremente, se exprese y decida qué modelo de gobierno quiere y qué quiere ser en el futuro más inmediato. Pero estoy en contra de una de las consecuencias que puede conllevar el derecho a decidir: la independencia.

En un momento como el actual, de recortes en todos los ámbitos y, especialmente, en los ámbitos sociales, tenemos que unirnos, aunar nuestras fuerzas y luchar contra ello. No dividirnos. No tiene que haber lucha entre pueblos, tiene que haber lucha entre clases.

A los diferentes gobiernos (central y catalán) ya les va bien que se hable de independencia. Todo el tiempo que se hable de ello será tiempo que no se hable de recortes. Y eso, ¿en detrimento de quién va? De todos nosotros.

martes, 28 de agosto de 2012

La eterna polémica


En los últimos días, y los últimos meses, en Barcelona, ha vuelto a surgir la polémica de la prostitución en las calles. El Ayuntamiento de Barcelona ha reformado la Ordenanza de Convivencia Ciudadana con la que se sanciona a las prostitutas con una multa de 100 a 750 euros y a los clientes de 1000 a 3000 euros.

Con esto, el Ayuntamiento, lo único que hace es esconder lo que no gusta a la vista, pero no ataja el problema. Es decir, hacer ver que “aquí no pasa nada”. Pero sí que pasa. Muchas mujeres y hombres recurren a la prostitución como vía de subsistencia o son explotadas/os por mafias. Tanto el uno como el otro, son problemas graves. Y “limpiando” las calles de prostitutas, esto no se soluciona. Pero, claro, también hay personas que ejercen la prostitución de manera voluntaria. ¿Cómo solucionar este problema?

Hay quien dice que lo que hay que hacer es abolir la prostitución, que desaparezca. Está muy bien, y lo comparto, para aquellos casos en que el ejercicio de la prostitución viene inducido por condicionantes externos a la voluntad de esa persona (ya sean económicos, de mafias, etc.).

Eso sí, lo que nunca podemos hacer es prohibirle a alguien hacer algo. Si, por ejemplo, ahora mismo me diera el venazo y se me ocurriera, bajo mi libertad individual, ganar unos euros con la práctica del sexo, ¿quién eres tú, estimado lector, para impedírmelo?

Lo que se tiene que hacer es luchar contra esos condicionantes externos de los que hablaba antes. Por un lado, hacer que el nivel económico de ciertos sectores sociales (especialmente los más pobres, que es donde se concentra más la prostitución) sea más alto, para que no se tenga que recurrir a la prostitución como una forma de ganar dinero para poder sustentarse a sí mismo y a los suyos.

Y, por otro lado, luchar contra las mafias. ¿Eso cómo se consigue? Haciendo que la presión policial sobre ellas sea más fuerte y, también, legalizando la prostitución. Siempre que hay una mafia o un mercado negro sobre cualquier cosa es porque no está legalizado. Sólo hace falta echar un vistazo para ver que es así.

Además, legalizando la prostitución se estaría dando cobertura tanto legal como sanitaria a todas esas personas que, por voluntad propia, desean ejercerla. Actualmente estas personas viven en un limbo jurídico del que muchas piden, a gritos, salir y que se les reconozcan sus derechos. Asociaciones de prostitutas lo piden y, si ellas mismas, organizadas, lo demandan ¿por qué no dárselo? Precisamente, no se es más de izquierdas por negar derechos.

Eso sí, esto no significa que esté diciendo que todas las mujeres y todos los hombres (que también los hay, y cada vez más) que se prostituyen lo hagan de manera voluntaria. Evidentemente, hay que luchar contra las mafias y contra las redes de explotación para que estas desaparezcan, como he dicho antes.

Pero nunca prohibir. Y menos, escondiendo los problemas debajo de la alfombra y criminalizando a las prostitutas como quiere hacer el señor alcalde de Barcelona, Xavier Trias.