lunes, 21 de septiembre de 2015

Quiero la independencia



Pues sí, quiero la independencia. Después de haberos estado dando la murga por las redes sociales diciendo que estaba en contra he reflexionado muy profundamente y me he dado cuenta que no, que lo que quiero es la independencia. Que el día 27 vamos a votar y es nuestra hora, es el momento de decir que nos queremos separar. Y que tienen razón aquellos que dicen que, en estas elecciones, depositaremos el voto de nuestra vida.

Porque es nuestro momento. Es la hora de decir que nos queremos independizar de chorizos y corruptos. De los de la trama Púnica, las preferentes y los de la Gürtel. De los de las ITV, el Caso Innova y el Cas Palau. De Bárcenas, de Granados y de Blesa. De Pujol, del 3% y de todas las sedes de Convergència que están embargadas. De los que se envuelven en banderas y exacerban el sentimiento patrio, unos diciendo que Espanya ens roba y otros diciendo que España es lo mejor, mientras tienen sus cuentas en Suiza o Andorra.

Quiero independizarme de todos aquellos que utilizan el anticatalanismo como arma electoral para ganar votos en Andalucía, Murcia o Extremadura. Pero también de los que utilizan el antiespañolismo para ganar votos en Girona, Berga o Vic.

Exijo ya la independencia de todos aquellos que han generado este clima de confrontación que hace que los que no pensemos de una determinada manera seamos tildados de fachas por los unos y de independentistas por los otros. A todos aquellos que se quieren cargar el término medio, aunque aquí estamos y resistimos. Porque el diálogo, el pacto y la reforma debería ser el camino.

Independencia de aquellos que manipulan la historia para confeccionarla a su gusto y manera tanto con los hechos de 1714 como diciendo que España es la nación más antigua del mundo. Hay que tenerlos bien puestos.

Independencia de medios de comunicación como TVE o TV3 que parecen más el NO-DO que un servicio público de información que pagamos todos y todas. Repito, todos y todas. Pero también de quienes dictan o quieren dictar a los medios qué contenidos tienen que dar y cuáles no. Porque un medio de comunicación tiene que ser ecuánime y hacer que se pueda escuchar la voz de todo el mundo, tenga la ideología que tenga.

Independencia de quienes se han cargado la educación y la sanidad. De los que lo han hecho desde el Gobierno central, pero también de los que lo han hecho desde el Govern porque, recordemos, estas competencias Catalunya las tiene transferidas. De los que cierran plantas de hospitales en pleno verano y de los que privatizan el Hospital Clínic mientras dicen que solos nos lo montaríamos mucho mejor. Hay que tener mucho estómago para decirlo. Pero independencia también de los que han aumentado la ratio de alumnos por aula, de Wert y su LOMCE y de los que quieren españolizar a los niños catalanes.

Independencia de los que nos quieren hacer creer que la independencia es magia y que todo lo soluciona. De los que niegan los riesgos que podría tener. De los que mienten para hacer más de color de rosa esa solución mágica diciendo que no saldríamos de la UE cuando los tratados, las resoluciones del Comité de las Regiones y los líderes europeos dicen que sí. De los que nos quieren hacer creer que el dinero nos saldría por las orejas y que tendríamos unos servicios con los que seríamos la envidia hasta de los países nórdicos.
Pero también de los que quieren quedarse inmóviles. De los que creen que este problema no va con ellos o de los que se piensan que utilizando la Constitución como sancta sanctorum ya es suficiente. Y de los que no quieren cambiar las reglas de juego. Hay que hacerlo, y ya estamos perdiendo demasiado tiempo.

Independencia de los que votan la reforma laboral y la amnistía fiscal juntos y luego se tiran la vajilla, la cubertería y la cristalería a la cabeza. De los que bailan y han bailado el agua a todos los gobiernos centrales, incluso los que decían que hablaban catalán en la intimidad cuando no era cierto, y ahora echan pestes de su legado. De los que nos envían a servir cafés a Londres y de los que, cuando los jóvenes no tenemos otra salida que la de irnos al extranjero, nos dicen que eso es movilidad exterior.

Independencia de los cobardes que se esconden en el número 4 de la lista electoral para no tener que rendir cuentas de la pésima gestión de su gobierno. Pero también de los cobardes que se parapetan tras televisiones de plasma para no tener que responder las preguntas de los periodistas sobre su, también, pésima gestión de gobierno.

Sí, quiero la independencia. Pero no de alguien que viva en Huesca, Almería o Badajoz. Gente con la que podría tener mucho más en común que con muchos catalanes. Sino de los arriba mencionados. De todos estos políticos y entidades que nos han llevado hasta este extremo. De todos los que gobiernan para unos cuantos y no para todos. De los que sólo tienen en la cabeza una bandera mientras el paro sigue estando por las nubes, mientras la pobreza infantil sigue estando a niveles inasumibles y mientras miles de familias no llegan a final de mes. De todos los que, en estas elecciones, no hablan de otra cosa que no sea independencía sí o no y no hacen ni una propuesta social para mejorar el presente de las miles de familias que lo están pasando verdaderamente mal. De todos ellos, independencia. Pero no porque me largue yo, que yo aquí estoy muy bien, sino porque los echemos a ellos. A todos. Bien lejos.

Independicémonos. Liberémonos de ellos. Y constuyamos, entre todos, juntos, una Catalunya mejor. Más social, más justa, más igualitaria. Y hagamos, también entre todos, una España diferente, donde todo el mundo tenga su lugar.

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