En los últimos años, como
solución a la crisis, se nos ha dicho que debíamos ser austeros. Es decir,
gastar menos. Y, a ser posible, casi no gastar. Esa ha sido la receta mágica
que, desde Europa y, en especial, desde Alemania y Francia, se ha ido pregonando
a los países que tenían problemas (Grecia, Italia, Irlanda, Portugal, España…)
Pero pensemos un poco: si el
Estado gasta poco, tiene que reducir en servicios, en personal, en salarios y
en subvenciones, becas y ayudas (cosa obvia). Si estas partidas se reducen, la
economía se contrae. ¿Por qué? Cosa obvia también: si reduces en personal y
salarios, la gente tendrá menos dinero para gastar y consumir; si reduces en
subvenciones, becas y ayudas, la gente tendrá menos dinero para investigar o
abrir negocios, etc.
Por lo tanto, siguiendo esta
teoría, si aplicas demasiado fuerte la austeridad, harás que la gente tenga
menos dinero para gastar. Si la gente gasta poco, el consumo se reduce. Si el
consumo se reduce, los comercios tendrán menos dinero. Si un comercio tiene
menos dinero o bien cierra o bien echa a trabajadores a la calle. Si esto
ocurre, aún habrá más gente que tenga menos dinero. Si aún hay más gente que
tenga menos dinero… me imagino que sabréis cómo sigue la frase.
Así pues, ¿es la austeridad la
solución a la crisis? Yo creo que no. Si no se impulsa la economía y el empleo
es tremendamente difícil que salgamos de esta. Por no decir imposible. Y la
austeridad es precisamente todo lo contrario.
Alemania pregona tanto por la
austeridad porque hace diez años pasaron por tiempos difíciles y, apretándose
el cinturón, consiguieron salir. ¿Sólo con eso? No. También fue gracias a que
los países de alrededor (sí, esos que ahora están tan mal) compraban las
exportaciones alemanas. Por tanto, Alemania recibía dinero en forma de ventas
de sus productos. Al recibir este dinero, las fábricas seguían funcionando
correctamente. De esta manera, no se echaba gente a la calle. Por lo tanto, la
gente hacía que aumentara el consumo y, por ende, la economía. Eso, junto a la
austeridad (o sea, a gastar menos) hizo que las cuentas de Alemania estuvieran
saneadas.
Es decir, la austeridad puede ser
buena, sí, pero si detrás también hay un plan de impulso de la economía y del
consumo. O de los ingresos del Estado. La austeridad, por sí sola, nunca puede
hacer que una economía emerja. Al contrario, hará que la economía se contraiga
más y más. De ahí que las sucesivas reformas que ha hecho y hace el Gobierno no
hagan que salgamos de la crisis.
A todo esto, además, hay que
sumarle el problema de la deuda y de los mercados financieros. Pero, eso, ya es
otro tema.
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