Estos últimos días, y desde hace ya un cierto tiempo, venimos
asistiendo a cómo tanto el Gobierno de la Comunidad de Madrid como el Govern de
la Generalitat de Catalunya se dejan querer por el magnate Sheldon Adelson para
que una de estas dos regiones sea la que acoja el complejo de ocio bautizado
como Eurovegas.
Ayer tuvimos el último capítulo –hasta el momento– de este
culebrón, el cual se desarrolló en la original Las Vegas. Enviados de ambos
gobiernos fueron hasta la ciudad norteamericana para entrevistarse con dicho
magnate y rebajarse (o venderse, como prefieran) hasta límites insospechados.
¿Por qué rebajarse? Porque está muy bien que el Eurovegas
vaya a dar empleo a casi 200.000 personas. Pero… ¿a cambio de qué? Las contrapartidas que este “humilde” señor quiere no son pocas, a saber: exención fiscal (o sea,
no pagar impuestos) durante dos años; no pagar tampoco las cuotas de la
Seguridad Social de sus trabajadores durante los dos primeros años; supresión
de la ley antitabaco; permitir entrar a menores de edad y a ludópatas; acabar
con los convenios colectivos mediante una modificación del Estatuto de los
Trabajadores; privilegios legales para la contratación de trabajadores
inmigrantes; flexibilizar los controles ante el blanqueo de capitales (o sea,
que la Policía haga “la vista gorda”); etc.
A todo esto un Gobierno con un poco de personalidad y dos
dedos de frente diría que no. Pero no es el caso de Catalunya o Madrid. E,
incluso, del Gobierno central. Es más, el Ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, ya ha dicho que muchas de las leyes son revisables. .
¿Nos hemos vuelto locos? Ningún Gobierno debería venderse de
la manera como Madrid o Catalunya se están vendiendo. Ni siquiera ante la
suculenta oferta de creación de miles de puestos de trabajo en tiempos de
crisis como los actuales. Hay que tener principios, y entre esos principios
deben estar el ser íntegros y no aceptar paraísos fiscales y laborales al
primero que pasa.
Es cierto que estamos en crisis, que hay un elevadísimo
número de parados y que esos empleos irían de perlas. Pero ese no debe ser el
modelo productivo y económico que debemos seguir. Nuestro modelo ha de ser de
trabajo cualificado, de investigación y desarrollo. Es decir, no un modelo de “pan
para hoy y hambre para mañana”, sino un modelo con el que se pueda crecer y
seamos referencia europea y mundial.
Es hora de cambiar nuestro modelo. Pasar del ladrillo a la cualificación
y la investigación, no del ladrillo al casino. Es el momento de hacerlo. Espero
que nuestros Gobiernos sean lo suficientemente valientes como para escoger la
vía correcta y no dejarse llevar por cantos de sirena.
No hay comentarios:
Publicar un comentario