Gentuza, indeseables, majaderos,
púrria, cerdos,
imbéciles... no hay otra manera de nombrar a los
energúmenos que han protagonizado las portadas de las secciones de
deporte desde el domingo al finalizar el partido disputado en el barcelonés Estadio Olímpico de Montjuïc – Lluís Companys, el
R.C.D. Espanyol – F.C. Barcelona. Y no me refiero a los
futbolistas que estuvieron presentes en el partido por parte de los dos equipos. Tampoco por el
árbitro. Ni por los
banquillos. Ni por las
directivas. Ni por la afición del
Espanyol. Me refiero a los
estúpidos que se cargaron el partido en el minuto 25 de la segunda parte lanzando
bengalas, botellas y objetos diversos contra los aficionados del Espanyol. Me refiero a los
seguidores del F.C. Barcelona, a los “
Boixos Nois”. Individuos, por llamarlos de alguna manera, que
empañaron el, hasta el momento,
intenso encuentro que se disputaba. Se vieron escenas que recordaban a la liga
argentina, la
brasileña, la peruana o la
italiana, siempre tan criticadas por su
falta de seguridad en los estadios. Escenas de partidos
aplazados, de aficiones
enfrentadas, de
violencia en un espectáculo donde la gente, en teoría, va para
divertirse y no para matar a los adversarios.
Y, una vez
transcurridas unas
horas de estos fatales hechos, todos nos preguntamos: ¿
por qué se llegó a tal extremo? ¿
por qué se dejó entrar al Estadio a tales personajes? ¿
por qué los Mossos d’Esquadra que rodeaban la zona donde estaban los Boixos no hicieron nada cuando vieron que se lanzaban las bengalas?
Se lo contaré de la manera más reducida posible. Todo comienza
antes del partido.
Días antes, en la página web de estos personajes, se hace un
llamamiento para que la hinchada culé vaya a
despedir “como se merece” a los
periquitos en su último
derby en la ciudad condal (recordar que, a partir del próximo año, el
Espanyol jugará en el nuevo
Estadio de Cornellà-El Prat). Ese “
como se merece” no hace referencia, obviamente, a despedir al Espanyol con
aplausos y
ovaciones. Sino de la manera que pretendían... y que
consiguieron. Eso,
la Comisión encargada de velar por la
seguridad en el partido, (formada por el RCD Espanyol, la seguridad privada y los Mossos d’Esquadra)
lo sabía. Parece ser que
no sirvió de mucho.
Posteriormente, minutos antes del encuentro,
delante del Estadio, algunos de estos personajes ya se dedicaban a
lanzar bengalas con los Mossos
delante. Y los Mossos
no hicieron nada. Al
entrar al estadio (almenos a los que vamos y entramos por los sectores del lateral) en el preceptivo
control, realizado por los
Mossos y la
seguridad privada, nos abren las mochilas y
no nos dejan entrar con
botellas (ni que sean de plástico). No sé cómo debió ser el control a esta gente… pero seguro que
no fue lo suficientemente bueno.
Más tarde, a los 10 minutos de haber empezado el encuentro, y tras haber visto, mediante las cámaras de circuito interno del estadio, que diversos aficionados portaban bengalas,
el R.C.D. Espanyol advirtió a los
Mossos d’Esquadra para que hicieran algo. ¿Ustedes vieron que se movieran? Tranquilos, yo
tampoco. Y, después,
pasó lo que pasó. Es decir, lo que ven en la
imagen.
Fue una
lástima terminar un partido viendo cómo unos
niños pequeños de apenas 8 años
lloran porque no
entienden que unos se
discutan con otros, les
tiren cosas por la cabeza, etc., etc. Es
muy triste y tendría que hacer
reflexionar a mucha gente. Y
tomar las
medidas que sean oportunas.
Una vez dicho todo esto
ustedes piensen lo que quieran: de
quién es la culpa, lo que se
debería hacer, etc.
Por último, algun@ echará en falta un
comentario sobre lo que pasó en el
terreno de juego por mi parte. La verdad es que no sé qué decir a parte de que fue un soberano
robo a mano armada con premeditación, nocturnidad y alevosía por parte del árbitro del encuentro, el señor
Luis Medina Cantalejo.
Primero por la
expulsión de Anderson Luis de Carvalho “
Nené”. Expulsión que fue y que
no debió ser ya que él estaba saltando y con los brazos estirados cuando el jugador del Barcelona,
Busquets, fue a su encuentro y se dio el golpe en la cara.
Segundo por la ristra de
faltas que no fueron y que debieron ser del Barcelona como, por ejemplo, las 3 que le hicieron al portero del Espanyol,
Kameni.
Tercero, por el
penalti sobre Eto’o que
fue y que no debió ser ya que Nicolás Pareja (defensa del Espanyol) toca al balón
antes de darle al jugador azulgrana. Y eso
nunca es
penalti. Y
menos en el
último minuto del tiempo añadido de un partido.
Pero, en fin, eso nos pasa por ser
humildes y jugar contra los
grandes. Y eso
pasa y
seguirá pasando hasta que no se
profesionalice a los árbitros de, por lo menos,
Primera División. Si no, equipos como
Espanyol,
Mallorca,
Osasuna,
Numancia, etc. estamos condenados a vivir en el
ostracismo de los grandes y a que siempre se nos
pite en contra cuando jugamos contra ellos.
No quiero parecer
victimista, pero es la realidad.
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