
Desde hace 7 días, en la
Universidad de Barcelona, un grupo de
estudiantes están encerrados pidiendo, entre otras cosas, parar la implantación del
Plan Bolonia porque, según esgrimen, hará que la universidad se
privatice, que los estudiantes se tengan que hipotecar para pagarse los futuros
másters, la excesiva
carga de trabajo y el no poder compaginar
estudios y trabajo, etc.
Pero, ¿de verdad
eso es Bolonia? La respuesta es muy simple:
NO.
La declaración firmada en el año 1.999 por
29 países europeos (hoy
47) por la que se creaba el
Espacio Europeo de Enseñanza Superior (EEES), más conocido como “
Plan Bolonia”, lo que pretende, y cumple, es crear un
espacio universitario europeo que permita la
libre circulación o movilidad de los estudiantes por todas las universidades de Europa (es decir, poder comenzar la carrera en la UPF de Barcelona, seguirla en la Sapienza -Roma- y hacer el máster y el doctorado en Oxford, por ejemplo). También lo que busca es el
reconocimiento de las titulaciones en todos los países que forman parte del EEES. Alguien dirá, “vale, muy bien, pero antes también se podía comenzar la carrera en una universidad y terminarla en otra”. Sí, claro, pero no se tenía las
facilidades que habrá ahora. Pongamos, por ejemplo, que un/a estudiante de
1º de Humanidades quiere hacer los tres años que le restan en
Roma... ¿puede? Sí. Y, además, el año que ha hecho en la UPF (por ejemplo) le
convalidará en la universidad que escoja para acabar la carrera. Antes eso no tenía por qué ser así, es decir, podía ocurrir que el año que había hecho
no se lo convalidaran y tuviera que volver a hacerlo.
ESTO es Bolonia.
El resto de cuestiones que ahora están de relieve y de la cuales se está en contra
no forman parte de las directrices del EEES y, por ende, del Plan Bolonia.
Los
problemas surgidos a raíz del Plan Bolonia son
varios. Sobretodo, el problema por excelencia,
la financiación.
Este
no es un problema nuevo y, ni mucho menos, lo es por culpa de Bolonia. La Universidad española viene arrastrando
problemas de financiación desde hace décadas y, eso si que es cierto,
Bolonia lo ha agudizado. El Gobierno ya dijo que no destinaría ni un euro más de lo que ya destina a las universidades, para implementar el Plan Bolonia. Eso, en tiempos de crisis, como los actuales, se agudiza, ya que los
presupuestos destinados a las universidades puede que
no suban tanto como estaba previsto. Pero eso
no es culpa de Bolonia, sino de la escasa financiación que ha tenido la Universidad desde siempre.
Otro problema es la falta de política de
becas en nuestro país. En España
no hay una clara política de ayudas económicas a los estudiantes para poder estudiar, hecho que hace que estemos muy por detrás con respecto a otros países que han implantado ya el EEES y con los que se quiere competir. Pero eso,
tampoco es culpa de Bolonia.
Uno de los puntos más
candentes, actualmente, es la posibilidad de que los
estudios se vean encarecidos. Problema que se le achaca a Bolonia, pero que, en realidad, no tiene ninguna culpa.
Bolonia no fija ni los precios de las matrículas de las universidades ni tampoco las tasas. Eso es competencia de la Administración central y de las Comunidades Autónomas. Y, es más, las universidades ya han salido a la palestra diciendo que, en ningún caso, los
másters serán más caros, sino todo lo contrario,
tendrán precios públicos, cosa que hasta ahora no pasaba.
Además, añadido al punto anterior, está el rumor de la
privatización de las universidades. Eso ha sido desmentido tanto por los rectores de las universidades como por los políticos.
En ningún documento relativo al EEES se habla de la privatización de las universidades.
Por último, otra de las principales críticas es la del
excesivo trabajo que suponen tantos seminarios. Y, para los críticos al Plan, éste es uno de sus principales terrenos de batalla. Pero otro terreno equivocado.
Bolonia no establece una metodología de estudio. Lo que sí marca son unos criterios comunes, es decir, que las titulaciones están compuestas por grados, máster y doctorado y, para completar el ciclo se deben cursar un número determinado de créditos. En España el número de años fijado para los grados es de 4 y, por lo tanto, los créditos ascienden a 240, y los máster un año. Pero
esto no lo ha marcado Bolonia, sino el Gobierno central. Y, dentro de este panorama,
cada universidad tiene flexibilidad para poner unos métodos de estudio diferentes (horarios, itinerario, enseñanza a distancia...).
Todo este lío viene dado por, sobretodo, los
errores que se han ido cometiendo desde el año 2.004 cuando la ministra San Segundo (PSOE) dijo que algunas carreras como
Historia del Arte o Humanidades desaparecerían, pero que luego resultó no ser así al rectificarse. Ahora también se ha anunciado una rectificación para informar mejor.
A ver qué pasa.
En mi opinión,
las críticas están bien formuladas y con mucho y buen fundamento,
pero mal, muy mal, dirigidas. En vez de hacerlo contra Bolonia se debería hacer contra la Administración, ya sea la central, la autonómica, o la que corresponda, pero
no contra un Plan que lo único que hace es facilitar la movilidad entre universidades y que los títulos valgan igual en todos los países que están dentro del EEES. Con esto quiero decir que, a parte de estar a favor de las críticas, también
estoy a favor del Plan Bolonia.
Ambas cosas no son incompatibles.